Rubén Aucancela, Christian Chimbolema, Rosa Hinojosa, Natsue Higashino y Carlos Sánchez son parte del equipo. Foto:  Cristina Márquez/ LÍDERES

Rubén Aucancela, Christian Chimbolema, Rosa Hinojosa, Natsue Higashino y Carlos Sánchez son parte del equipo. Foto: Cristina Márquez/ LÍDERES

27 familias de Shilpalá emprendieron

24 de noviembre de 2016 17:19

Las mermeladas que se preparan en la comunidad Shilpalá, situada a 20 minutos de Riobamba, en Chimborazo, tienen una característica que las distingue de otros productos similares. Están elaboradas artesanalmente con las frutas y verduras que los comuneros cosechan de sus huertos orgánicos.

No contienen colorantes artificiales, conservantes ni otros aditivos químicos. Además los productos fueron cultivados en las chacras de 27 familias sin el uso de ningún pesticida agrícola.

Estas familias recibieron capacitación en varias áreas por parte de especialistas de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA), y forman parte de un proyecto de desarrollo comunitario que se inició en el 2014.

“El proyecto consiste en mejorar la vida de las personas y generar más ingresos económicos, y fuentes de empleo en la comunidad”, cuenta Natsue Higashino, especialista en comercialización.

En una primera fase del proyecto, que se realiza en conjunto con el Gobierno Provincial de Chimborazo, los especialistas japoneses trabajaron en la organización de la comunidad y en la identificación de potencialidades.

Antes del proyecto, los agricultores dependían únicamente de la venta de sus cosechas de cebada y trigo. La mayoría de adultos y jóvenes había migrado a la ciudad en busca de trabajos ocasionales en construcciones o como cargadores en los mercados.

“La situación era difícil. Del campo ya no se ganaba nada y teníamos que educar a nuestros hijos y sobrevivir. Parecía que aquí ya no teníamos esperanzas de progresar”, cuenta Pedro Aulla, uno de los comuneros de Shilpalá.

Cuando el proyecto se inició en marzo del 2014, el primer desafío fue cambiar la mentalidad del monocultivo en la comunidad. “Antes de producir frutas y hortalizas orgánicas tuvimos que implementar un sistema de riego por goteo y capacitar a la gente. Eso nos tomó más de un año”, cuenta Rubén Aucancela, técnico del Gobierno Provincial de Chimborazo.

Los cultivos de fresas y moras convencieron a los agricultores debido a su alta rentabilidad y cosechas constantes. También se sembraron hortalizas como lechugas, arvejas, zanahorias, rábanos… entre otros productos.

Una estrategia para la comercialización directa de la producción de las familias de la comunidad, es el valor agregado. Las verduras se venden limpias, empacadas y listas para el consumo.

El grupo de mujeres de la organización, integrado por unas 15 personas, se encarga de desgranar, pelar y picar los productos. “Así les ahorramos tiempo en la cocina a nuestros clientes y nos diferenciamos de otras hortalizas que ya hay en el mercado”, cuenta Rosa Hinojosa, una de las emprendedoras de la comunidad.

Los empaques de hortalizas contienen combinaciones listas para hacer sopas o guisos. Incluyen por ejemplo arvejas, zanahoria en corte juliana y cebollas, o habas frescas peladas con zapallo y hierbas aromáticas.

Los empaques cuestan entre USD 1,15 y 2, y se venden en tres ferias de productos orgánicos de Riobamba. También se venden canastas familiares que contienen los 32 productos que se cosechan en los huertos de la comunidad.

La producción de mermeladas se inició en agosto pasado, cuando los técnicos de JICA concluyeron un estudio de mercado y decidieron aplicar algunos conocimientos de su país a la realidad de la comunidad.

El aprendizaje es una constante. Las mujeres que forman parte de la unidad de productos elaborados, se capacitan al menos una vez a la semana con los chefs de la carrera de Gastronomía de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo.
“A la gente le enseñamos preparaciones que se puedan hacer únicamente con los productos que cosechan en sus huertos, por lo que los costos de producción son bajos y la rentabilidad muy alta”, cuenta Carlos Sánchez, capacitador.

Más detalles

Otra estrategia japonesa que se implementó en la comunidad fue el programa de agroturismo, que consiste en que los turistas pueden adquirir las frutas y verduras que ellos mismo cosechan en los recorridos por los huertos familiares.
En promedio,  actualmente la comunidad percibe ingresos por USD 2 000 mensuales, que se ingresan a un fondo común administrado por los dirigentes de Shilpalá.