Un estudio de la Universidad de Stanford indica cuatro causas del agotamiento que genera permanecer mucho tiempo en plataformas de reuniones virtuales. Foto: Freepik.es

Un estudio de la Universidad de Stanford indica cuatro causas del agotamiento que genera permanecer mucho tiempo en plataformas de reuniones virtuales. Foto: Freepik.es

La fatiga de pasar horas en pantalla

18 de marzo de 2021 14:17

En el 2020, durante el primer año de la pandemia, Zoom se convirtió en la plataforma de reuniones virtuales más popular, al ser una herramienta de mucha utilidad para mantener comunicación remota por temas laborales o para recibir teleeducación.

Sin embargo, el uso excesivo de esta y otras aplicaciones similares de videollamadas puede resultar perjudicial para los usuarios, generando agotamiento extremo. Así lo analiza una investigación llevada a cabo por el profesor Jeremy Bailenson, de la Universidad de Stanford, reseñada en un artículo del portal Infobae.

Bailenson, director fundador del Laboratorio Virtual de Interacción Humana de la Universidad de Stanford (VHIL), analizó las consecuencias psicológicas que pueden traer pasar varias horas al día en estas plataformas.

El profesor de Comunicación dice que su objetivo no es ‘demonizar’ las videollamadas, sino que se utilicen de una manera que no resulten extenuantes, lo cual terminará afectando la productividad del trabajador o empresario.

La “fatiga de Zoom”, como la denomina Bailenson, puede ser provocada al menos por cuatro situaciones comunes en las videollamadas, luego de pasar mucho tiempo frente a la pantalla.

La primera de ellas es un contacto visual muy intenso, puesto que se siente la obligación de mirar a la pantalla constantemente, incrementándose el contacto visual. “Todos se sienten observados, lo cual puede ser muy estresante”, señala el artículo.

Adicionalmente, si el monitor donde se transmite la reunión es de tamaño grande, los rostros de los participantes parecen demasiado grandes, generando una falsa sensación de cercanía, lo cual produce estrés, porque el cerebro lo interpreta como una situación intensa, sea positiva o negativa.

Bailenson explica que lo que sucede es que, en efecto, al usar Zoom durante muchas horas, se está en estado hiperactivo.

Para disminuir los efectos negativos, el investigador recomienda no utilizar la opción de pantalla completa y, por el contrario, disminuir el tamaño de la ventana de la aplicación en relación con el monitor; de esa forma, se minimiza el tamaño de la cara de los oradores y espectadores. También, aconseja utilizar un teclado externo para incrementar la distancia entre el usuario y la pantalla.

La segunda situación que identifica la investigación es “el agotamiento de verse uno mismo en pantalla (todo el tiempo)”. Esta característica de las plataformas de videollamadas resulta poco natural. Bailenson lo compara como si una persona en la vida real es seguida por otra con un espejo donde ve su reflejo constantemente. Una situación así genera estrés y da oportunidad al usuario de caer en la autocrítica sobre su postura, cabello, gestos, etc.

Bailenson sugiere a los usuarios que utilicen el botón “ocultar vista propia” de Zoom, al que se puede acceder haciendo clic con el botón derecho sobre el recuadro donde aparece su imagen. Para reactivarla, solo hay que dar clic sobre el mismo recuadro de otro participante y seleccionar “Mostrar vista propia”.

Además, considera que a futuro las plataformas deberían quitar, por defecto, la vista del usuario en pantalla de forma continua y que únicamente se active cuando sea realmente necesario.

La tercera causa de fatiga es que se reduce la movilidad. Al conversar en persona o por teléfono, las personas pueden moverse por el espacio si así lo desean, pero en las videollamadas esto no es posible porque saldrían del campo de visión de los otros interlocutores. Esto solo es posible si se participa desde el celular, pero es menos frecuente en el campo laboral.

Esta inmovilidad puede afectar a la salud y al rendimiento. El profesor de Stanford indica que, de acuerdo con otras investigaciones, cuando las personas se mueven se desempeñan mejor cognitivamente.

Para resolver este inconveniente, Bailenson aconseja apagar el video cada tanto durante las reu­niones virtuales, para tomar un pequeño descanso. Además, recurrir a una cámara externa más alejada de la pantalla, que ofrezca más amplitud de movimientos.

La cuarta situación ligada al cansancio que produce estar muchas horas seguidas en Zoom, detectada por la investigación de Stanford, es que la carga cognitiva es mucho mayor.

En un entorno virtual, la comunicación no verbal está más limitada. Por ello, es necesario exagerar gestos y hacer mayor esfuerzo para una comunicación efectiva.

“Tienes que asegurarte de que tu cabeza esté enmarcada dentro del centro del video. Si quieres mostrarle a alguien que estás de acuerdo con su opinión, debes asentir exageradamente o levantar el pulgar. Eso agrega carga cognitiva a medida que usas las calorías mentales para comunicarte”, señala Bailenson.

Para bajar esa carga, nuevamente sugiere que cada cierto tiempo el usuario apague la cámara y solo mantenga activo el audio. Esto le permitirá tomar pequeños descansos y apartar la vista de la pantalla, disminuyendo el estrés.