Arturo Castillo. Motivador y Profesor de técnicas psicorrelajantes
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Freelance, ¿eufemismo o desocupación?

No es precisamente porque aman la libertad que muchos individuos eligen ganarse el pan de cada día como trabajadores ‘freelance’. No se debe a que se saturaron del encierro, de los horarios rígidos, de los jefes insufribles, de los salarios injustos, que optaron por trabajar independientemente.

Hay, sin duda, gente con prestigio profesional, con excelentes contactos; carismática, que sabe cómo ‘venderse’; individuos que están listos para trabajar por su cuenta. La mayoría son ‘desterrados’ del mercado laboral, gente que rebasó la edad prohibida de los 40, cuyas plazas fueron ocupadas por jóvenes encantadores, poseedores de una o más maestrías, con dominio de alguna lengua extranjera, informáticos hasta la médula, con ambiciones de conquistar el mundo.

Algunos ‘freelancers’ son hombres y mujeres ‘obsoletos’, que el sistema los quiere fuera de circulación, ‘porque ya cumplieron su ciclo’.

Ellos se esfuerzan por encubrir esa ‘vergüenza’, argumentando independencia, libertad de horarios, mejores ingresos. Están prácticamente desocupados, pero aparentan que están comprometidos con asesorías, investigaciones, consultorías.

Detrás de la supuesta autonomía laboral hay, muchas veces, precariedad, la tensión de no contar con un ingreso seguro; sentimientos de desprotección y desorientación, incertidumbre. Obviamente, existen muchos casos de éxito, de ‘freelancers’ que se arriesgaron a trabajar sin las ataduras de la dependencia, que confiaron en que su talento podía pagarles mucho más. Para ello establecieron una inteligente y efectiva estrategia; fueron construyendo pacientemente una cartera de clientes, se hicieron de un prestigio mientras estuvieron en relación de dependencia. No se lanzaron al vacío, confiando en las casualidades del destino; corrieron un riesgo calculado y tuvieron el carácter necesario como para esperar por los frutos, aunque en el ínterin afrontaron toda clase de penurias.

Desde luego, no todos tienen las cualidades para ser un ‘freelancer’: sana osadía, suficiencia profesional, conocimiento pleno del mercado laboral, en el área específica; fe inquebrantable, capacidad negociadora, persuasión, habilidad emprendedora, espíritu innovador, creatividad. En algunos casos, el ‘freelancer’ es un emprendedor en ciernes. Efectivamente, esa independencia le dará la confianza para, finalmente, animarse a construir algo propio. Pero aun los trabajadores autónomos más audaces no siempre se atreven a ser ‘totalmente’ libres, prefieren depender de jefes ocasionales.

Escriba a Arturo Castillo