Javier Zúñiga es el administrador de Monte Carmelo. En la hacienda se producen más de 2000 litros de leche cada día. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

Javier Zúñiga es el administrador de Monte Carmelo. En la hacienda se producen más de 2000 litros de leche cada día. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

La ganadería sostenible es el lema de su hacienda

29 de noviembre de 2019 12:49

Las 156 hectáreas (ha) de bosques nativos que se siembran en Monte Carmelo compensan las emisiones de carbono generadas por la actividad ganadera. El compromiso ambiental de los dueños de la hacienda, ubicada en el cantón Guano, en Chimborazo, les llevó a obtener un certificado por emisión neutra de carbono.

La certificación se entregó hace dos semanas junto a los técnicos de Toni, empresa que adquiere los más de 2 000 litros de leche que se producen diariamente en la hacienda. La industria productora de alimentos también respaldó el proceso de certificación; como empresa aspira respaldar la acreditación de dos haciendas ganaderas cada año.

En los bosques nativos hay árboles de yagual, quishuar, acacias moradas y cepillos. Estas especies atrapan el nitrógeno y hacen que permanezca en el suelo.

Además, hay ocho reservorios de agua y lagunas artificiales en las que se almacena el agua de las lluvias. La técnica se conoce como ‘siembra de agua’.

“Hemos notado que a medida que cuidamos de nuestros bosques, las precipitaciones aumentan y tenemos más líquido vital en este sector”, cuenta Javier Zúñiga, administrador de la hacienda Monte Carmelo.

Él se encuentra al frente de la propiedad desde el 2012, tras obtener su título como administrador de haciendas en el Lakeshore Technicall College, en Wisconsin
(EE.UU. ).

Cuenta que el compromiso ambiental se inició con su abuelo, Gerardo Zúñiga. Él adquirió la propiedad de 488 ha en 1979, y la convirtió en una hacienda de tipo agrícola.

Simultáneamente, este productor empezó a sembrar un bosque de plantas nativas. “Él me enseñó a pensar en las generaciones futuras, por eso protegemos los páramos”, manifiesta Javier, de 42 años.

En 1996, la familia decidió cambiar de la agricultura a la ganadería. Invirtieron unos USD 85 000 en la adquisición de animales de raza brown swiss y en la construcción de un galpón para ordeño que se ha ido modernizando con el paso del tiempo.

Además, para garantizar la ganadería sostenible, Javier implementó técnicas de regadío y control de pastos amigables con el ambiente que no requieren electricidad ni uso de combustibles; funcionan por gravedad.

El monitoreo de pastos, por ejemplo, se hace con un sistema satelital que informa la cantidad de materia seca en los potreros. Así deciden los mejores espacios para alimentar al ganado.

Las vacas están separadas de acuerdo a sus edades en grupos homogéneos. Ellas se crían con normas de bienestar animal para asegurar leche de alta calidad.