Uno de los trabajadores de La Industria Harinera revisa los paquetes de la harina Santa Lucía que se elabora en la planta, ubicada en el sector de San Bartolo, en Quito. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES

Uno de los trabajadores de La Industria Harinera revisa los paquetes de la harina Santa Lucía que se elabora en la planta, ubicada en el sector de San Bartolo, en Quito. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES

La harina de trigo es su base

27 de diciembre de 2017 14:11

La harina de trigo es el alma y el corazón de una empresa quiteña desde hace casi 80 años. Este insumo es una especie de cimiento en el que se asienta La Industria Harinera, fundada en 1938.

Su primer centro de operaciones estuvo en el sector de La Floresta. Para 1948 a empresa entró en crisis y cambió de dueños: los hermanos Tobar Donoso se pusieron al frente de la compañía que se mantuvo en el barrio mencionado hasta la década de 1970. En ese período la marca Santa Lucía fue la tarjeta de presentación de la empresa en panaderías y hogares. El producto se distribuía en pequeños sobres.

Para 1978 la empresa vivió su primer cambio de domicilio. Ese año se construyó el molino en el sector de San Bartolo, en el sur de Quito. La empresa y la ciudad habían crecido y era necesaria una nueva ubicación.

El molino se instaló en un terreno de 10 800 metros cuadrados. El mercado ecuatoriano atravesaba una expansión y los consumidores se volvían más exigentes. Nuevas marcas y competidores llegaron y afectaron la evolución de esta compañía. Sus socios decidieron darle un nuevo giro a la firma y empezaron un proceso de modernización.

El actual gerente de la empresa, Rafael Serrano, cuenta que la marca perdió espacio en el mercado. El sector se ha movido mucho en los últimos 20 años. “Vimos empresas consolidadas y otras que se fusionaron, perdieron espacio o desaparecieron”. En ese contexto los socios trabajaron duro e invirtieron capital para volver competitiva a la compañía, que hasta hace poco usaba máquinas de la década de 1950 y que ahora son parte de la historia de la firma.

En este recorrido, la empresa ha sorteado obstáculos. Uno fue la elevación del precio del trigo en los mercados internacionales en el 2008. Otro desafío se dio cuando las políticas adoptadas por las autoridades afectaron al negocio con la pérdida de mercado.

Estos y otros retos se superaron con el apoyo de los socios y con el manejo de conceptos como solidaridad, respeto e innovación, explica Serrano. Estos valores se advierten al recorrer sus instalaciones: el trato familiar y las bromas son parte del día a día.

En la planta de San Bartolo, la moderna maquinaria europea reluce. Pero también es posible observar máquinas antiguas, algunas de madera, y que guardan buena parte de la historia de esta compañía, que trabaja con trigo importado desde Canadá.

Una de las más recientes estrategias aplicadas fue habilitar un nuevo molino en el sur de Quito, en el sector de Turubamba. Allí, con una inversión de USD 10 millones, se adquirió un terreno y se levantó un nuevo molino, cuya construcción tomó dos años.

Con las nuevas instalaciones aumentó la capacidad de producción (pasó de 50 toneladas por día a 120 toneladas). “Las ventas crecieron un 60% y podemos atender la demanda. Hoy, la empresa atiende al sector industrial, a panaderos y a hogares”.

En el proceso de modernización y recuperación de mercado también se lanzaron al mercado premezclas para elaborar tortas caseras, así como para preparar pancakes y galletas.

Otra estrategia fue lanzar al mercado la marca Delipan, que surgió luego de que la empresa -que llevaba ese mismo nombre y que era parte de La Industria Harinera- se liquidara por no ser rentable. Delipan surgió como un negocio de galletas y su objetivo fue convertirse en una cadena de panaderías. Pero los planes no funcionaron. Entonces se decidió aprovechar la mano de obra (40 personas) y la maquinaria. Hoy la marca gana espacio en supermercados, estaciones de servicio y tiendas. “Se pudo hacer eso porque hubo voluntad y recursos”, explica Serrano.

El esfuerzo de la empresa es reconocido. La Cámara de Industrias y Producción la condecoró a inicios de diciembre por “su destacada labor a favor del desarrollo económico y progreso del país, sustentada en sus indicadores de gestión y prácticas responsables”.

El gremio destaca la trayectoria, la generación de empleo, la innovación, el esfuerzo, la constancia y la inversión en infraestructura.

La empresa abastece con harina de trigo al Gremio de Maestros de Taller en Panadería y Pastelería de Pichincha. Su presidente, William Cevallos, destaca el producto que ofrece La Industria Harinera. “Nos ofrecen harina de calidad, con aroma y sabor diferente”.