Redacción Guayaquil 
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En la impresión 3D encontró la huella del emprendimiento

En busca de una oportunidad de negocio que le permita ser “su propio jefe”, Ralph Suástegui, guayaquileño de 30 años, intentó poner un negocio de venta de tacos estilo californiano en una zona en la que nadie lo hacía. “Pensé que sería un éxito, hasta que un amigo me dijo: ‘¿tú te ves a futuro metido en una cocina preparando tacos?’ La respuesta fue no”, recuerda.

En lugar de eso, Suástegui decidió emprender un negocio en un área que le apasiona, la tecnología.

En julio del 2013 comenzó a operar en Mapasingue (Guayaquil), Innova 3D, una firma que importa impresoras 3D y que además ofrece servicios de impresión mediante este tipo.

“Me acuerdo que la primera impresión que hice la cobré por USD 20. Muchos podrán decir que no es nada, pero para uno es emocionante sentir que la empresa ya camina”, cuenta Suástegui.

La idea de apostarle a un negocio que no se había explotado en Latinoamérica vino luego de leer un artículo sobre el potencial de la impresión 3D. “Me impactó tanto que me puse a investigar más del tema, hasta viajé a Estados Unidos a un congreso sobre impresión 3D y ahí se abrió mi mente a todo lo que se puede hacer con esto”.

En Quito ya existen unas dos empresas que importan impresoras 3D, pero la suya -dice- es la primera que lo hace en Guayaquil, y ofrece el servicio de impresión. “Somos la empresa que más marcas de impresoras trae. La máquina más barata es de USD 1 800 y la más cara unos 5 000”, cuenta.
Inicialmente el reto fue conseguir clientela. Las máquinas se pueden usar en varios ámbitos, como la elaboración de prototipos de botellas que no se fabrican en el Ecuador, maquetas para proyectos arquitectónicos, piezas para artefactos robóticos e incluso prótesis.

Elaborar una maqueta de la Casa Blanca, por ejemplo, puede tomar un par de horas.

“Al principio quería vender máquinas grandes de tipo industrial, contacté con las grandes marcas para traer la representación, pero me pedían que compre un demo de muestra que cuesta unos USD 50 000, para mostrarle a la gente, porque nadie se arriesgaba a comprar algo que no conocía”.
Ahora tiene unos 10 clientes que han comprado maquinaria y unos 30 que requieren los servicios de impresión de su empresa.  

“Algunos clientes solo nos pedían servicios, y los pedían de manera recurrente. Como eran empresas grandes, invertir en una máquina era mejor para ellos en lugar de pedir servicios cada cierto tiempo”, explica.

Para este 2015, la estrategia de la firma es la innovación en insumos. Actualmente, vende cuatro marcas de impresoras y tres de suministros. Entre los materiales que destaca está uno que se asemeja y huele a madera, otro que simula concreto para maquetas, uno reforzado con fibra de carbono y otro con propiedades para conducir electricidad.

Entre los proyectos que tiene en agenda es la aplicación de un plan de ayuda social con el apoyo de empresas privadas, para el desarrollo de prótesis para personas sin manos.

Henry Alvarado, aficionado a la robótica, es uno de los clientes. Él considera que el servicio es más práctico y ahorra tiempo, “sobre todo en la realización de prototipos y piezas a medida. Recientemente, indica, imprimió ruedas plásticas para un robot balancín que le costaron USD 12.