Franklin Congacha, Bertha Congacha y Ramón Ayol son parte de la Asociación Asoproarteka, de Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Franklin Congacha, Bertha Congacha y Ramón Ayol son parte de la Asociación Asoproarteka, de Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Ellos innovaron con los tejidos artesanales

3 de octubre de 2019 12:47

Los diez miembros de la familia Congacha Gualán se unieron para rescatar el oficio y la sabiduría de Pedro Congacha. Ellos manufacturan textiles tradicionales en telares artesanales.

La marca se denomina Arteka y funciona con dos líneas de negocio. La primera oferta vestimenta originaria de la cultura Puruhá que incluye, además del emblemático poncho, bayetas, cintas, fajas y shygras; la segunda es una línea de objetos decorativos para el hogar y accesorios pensados en los amantes del estilo étnico.

Franklin Congacha es el presidente de la asociación y el líder creativo del emprendimiento. Él tuvo la idea de asociarse con sus hermanos, cuñados y sus padres durante una reunión familiar en diciembre pasado.

Su padre, Pedro Congacha, es un tejedor experto y se dedicó a la manufactura de ponchos y bayetas desde la infancia. Él utilizaba para sus tejidos un antiguo telar de cintura.

“Cuando mi papá se enfermó tuvo que dejar el oficio de toda su vida. Me llamó para conversar y me preguntó qué pensaba hacer con todos los objetos de su taller”, recuerda Franklin, de 25 años.

Esa pregunta le inspiró a diseñar un proyecto de rescate cultural que a su vez generara ingresos para su familia. Los diez integrantes lograron reunir cerca de USD 400 para iniciar el emprendimiento.

Además la madre, Bertha Gualán, quien es beneficiaria del bono de desarrollo humano, obtuvo un crédito especial en el Ministerio de Inclusión Económica y Social de USD 1100. Con ese dinero la familia adquirió dos telares artesanales, hilos de múltiples colores, una máquina de coser, entre otros implementos para la ampliación del taller. La idea tomaba forma.

La casa familiar situada en Cacha, una parroquia indígena de Riobamba, se convirtió en una especie de centro de operaciones. Allí funciona el taller y una pequeña oficina de diseño y ventas.

“Cuando empezamos a decidir sobre los productos que ofertaríamos consideramos que hay un público mestizo que valora y disfruta los textiles indígenas. Así definimos nuestra línea de negocio”, cuenta Franklin.

Sus estudios universitarios en artes de la imagen se convirtieron en una potencialidad del emprendimiento. Él es el diseñador de juegos de comedor que incluyen cobertores, caminos de mesa, individuales, manteles, entre otras piezas. Se comercializan por USD 45.

La marca también cuenta con juegos de dormitorio que incluyen almohadas y almohadones, pie de cama y otros accesorios que cuestan desde USD 50. Todos esos adornos se hacen con el misma tela de los ponchos de Cacha, que se caracterizan por sus tonos rojos con chakanas bordadas.

El producto estrella de la marca es el poncho tradicional. La familia lo fabrica en tres colores: rojo, plomo y azul, y cuesta USD 80.

El poncho está hecho con una nueva técnica que acelera la producción pero mantiene la calidad.

Los datos

La familia manufactura cinco ponchos a la semana usando los telares y una nueva técnica. Antaño Pedro Congacha sólo lograba dos ponchos a la semana.

La empresa se constituyó oficialmente en marzo pasado. La meta a corto plazo es emplear a más artesanos de la parroquia.

El taller funciona en un espacio de 200 metros cuadrados. Allí trabajan los 10 miembros de la familia.

La prendas y objetos decorativos se comercializan en todo el país a través de las redes sociales y en ferias artesanales que se organizan cada mes.