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La inversión en investigación es rentable

En las últimas décadas la ciencia brasileña dio un salto. La producción de conocimiento, medido por el número de artículos elaborados por especialistas brasileños o que trabajan en instituciones del país, pasó de 8 639 estudios citables en 1996 a más de 56 000 en el 2013, según los datos de SCImago. Esta es una base de datos alimentada por el sistema Scopus, de la editorial Elsevier.

El resultado vino acompañado por el aumento del presupuesto destinado a investigación y desarrollo, que creció de USD 5 500 millones a 23 240 millones en el 2012, último año en que los valores fueron consolidados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Uno de los resultados está en el petróleo. Almacenado en rocas enterradas en el fondo del mar, el petróleo del Presal representa una de las últimas fronteras en la explotación de este recurso natural; frontera que solo fue alcanzada debido al continuo trabajo de la empresa de desarrollo de tecnologías para aumentar los límites de producción.

Para llegar al Presal, Petrobras (fundada en 1953) tuvo que superar el desafío de la explotación submarina, recuerda André Cordeiro, gerente del Centro de Investigación y Desarrollo Leopoldo Américo Miguez de Mello (Cenpes).

Eso empezó en los años 70 y en el 90 el descubrimiento del Campo de Roncador, a 1 700 metros de profundidad y el más grande antes de haber encontrado el Presal, llevó a Petrobras a ir aún más hondo y lograr nuevos récords mundiales consecutivos en la explotación submarina de petróleo a inicios del 2000.

Y solamente con la experiencia de las tecnologías desarrolladas hasta entonces es que la producción de petróleo del Presal, bajo una columna de agua de hasta 3 000 metros, pudo convertirse en realidad, agregó Cordeiro.

Saliendo del mar hacia la tierra, Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria) fue responsable por otra revolución que también trajo autosuficiencia a Brasil, en este caso, en la producción de alimentos.

Cuando fue creada a fines de 1972, la producción de granos era de 30 millones de toneladas (t) anuales, con un área plantada de 28 millones de hectáreas (ha). Ya en el 2012, los agricultores brasileños cosecharon 160 millones de t de granos en 50 millones de ha.

El área de tierra cultivada creció en un 80% y la producción aumentó cinco veces, resultado de un incremento en la productividad superior a un 200%.

La producción de carne bovina, porcina y de pollo aumentó desde 2,7 millones de t a 22,3 millones en el mismo período, mientras que la leche subió de 11 160 millones de litros en 1980 a más de 32 000 millones en el 2011. Eso llevó a Brasil a salir de la posición de importador de alimentos en los años 70, a convertirse en el cuarto exportador mundial más grande de productos agropecuarios.