Arturo Castillo. Motivador y Profesor de técnicas psicorrelajantes
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No 24

‘La lactancia y el temor a ser despedida’

En algunas empresas, embarazarse puede resultar, laboralmente hablando, embarazoso; tanto que puede resultar en despido. Y cuando el despido no ocurre de manera frontal, la mujer puede estar sujeta a circunstancias hostiles, a un clima laboral tenso, amenazante. El nerviosismo aumenta cuando tiene que guardar silencio acerca de su estado.

Las dificultades se prolongan cuando la madre retorna a sus labores, cuando tiene que hacer uso de su horario espacial de lactancia. En muchos casos, la mujer vive un dilema cotidiano, con la sensación de que está haciendo algo indebido. A veces debe soportar la mirada crítica del patrono incomprensivo.

En este contexto, la nueva Ley que aprueba 12 meses de horario especial por lactancia constituye una justa reivindicación para las mujeres. La incidencia social de esta garantía es importantísima. Justamente, uno de los temas que aqueja al mundo contemporáneo es la ausencia prolongada de la madre en el hogar, debido a las exigencias económicas, a las presiones del consumismo.

No es mera especulación afirmar que la sociedad está dislocada justamente por la carencia de comunicación, afecto, cuidado y contacto físico entre madres e hijos, en una fase de la vida tan decisiva como es la infancia.

El temprano destete, el ‘biberón de encargo’, consistente en dejar en un envase la leche materna para que alguien se encargue de dársela al ‘interesado’. El hecho de dejar al infante dormido y retornar a casa y encontrarlo dormido, al cuidado de personas no siempre confiables, constituyen son conductas crueles que son aceptadas.

Respecto de la responsabilidad social que atañe a las empresas, muchas se quedan cortas, porque carecen de una filosofía del trabajo, porque no han explorado el sentido humanista del servicio; simplemente se han mentalizado, se han encerrado en su burbuja del debe y el haber.

Ocasionalmente, cuando la parturienta se reincorpora a su trabajo, se encuentra con la desagradable sorpresa de que ‘ya no es necesaria’, que su puesto fue cubierto o que se le asignaron otras tareas. Obviamente, en esos casos, los departamentos de RR.HH. no cumplen con sus funciones a conciencia, no actúan como exige la ley, de modo que comprometen a la empresa, aunque crean que de esa manera agradan a sus jefes.

Sabido es que las leyes no son, lamentablemente, una garantía; que quienes no están dispuestos a acatarlas encuentran modos imaginativos de burlarlas.El mejor antídoto es que, en este caso, toda mujer conozca sus derechos y beneficios, y los ejerza de manera resuelta, valiente.