La familia de La Esperanza reunida a las afueras de la fábrica en la que confeccionan prendas de vestir. Foto: Valeria Heredia / LÍDERES

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Redacción Quito
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Calidad, moda y diseño son la base de la empresa

5 de diciembre de 2016 17:51

Han pasado 18 años y la alegría se mantiene en los ojos de Elena Izurieta, quien levantó La Esperanza. Esta empresa confecciona ropa para niños.

Izurieta no lo hizo sola, contó con la ayuda de su familia y de “manos generosas” que apoyaron su nacimiento y crecimiento.

La Esperanza es una empresa que se edificó en 1998 entre las calles Juncal y Los Eucaliptos, en el norte de Quito. Su historia es un ejemplo de superación y de trabajo constante de sus propietarios y de sus trabajadores, que apuestan por la confección de nuevas prendas de vestir a diario.

Este negocio comenzó con una inversión de USD 250, que se destinó a la compra de telas y muestras para empezar con los diseños de las piezas. Hoy tiene una variada oferta de ropa.

Los vestidos, camisetas, pantalones largos y cortos, buzos son parte de las diferentes colecciones que han elaborado durante los años de vida de esta empresa familiar, que cuenta con la colaboración y el trabajo arduo de los hijos y nietos de Izurieta.

La mujer recuerda que sus inicios no fueron fáciles, porque no tenían el dinero suficiente para la producción y la maquinaria.

La primera decisión fue contratar mano de obra externa a la empresa para cubrir los pedidos.

Izurieta recuerda que cada pedido significó un reto para ella, pero lo logró de la mano de la propietaria de una cadena de supermercados que le dio apoyo. “Ella me dijo que haga un proyecto y me dio el dinero por adelantado para poder hacer la ropa”.

Así empezó su apogeo. Los pedidos llegaban más seguido, por lo que tuvieron que contratar personal fijo. Al principio fueron cuatro empleados. Ahora suman 130 personas, que realizan las diferentes actividades dentro de la fábrica, como cortar, coser, planchar, doblar, empacar y demás.

“Todos somos una familia, que empujamos este trencito. Luchamos para salir adelante”.
Para Izurieta, las manos solidarias de personas y de entidades financieras fueron determinantes para su crecimiento, porque confiaron en ella y en el potencial de su empresa, lo que la llena de orgullo y satisfacción.

La propietaria de la empresa que es dueña de las marcas Bambinos y Chiquitines señaló que la fábrica ha dado pasos gigantes como la implementación de tecnología para optimizar el trabajo.

Además, destaca la variedad y las últimas tendencias de moda, que están a cargo del equipo de desarrollo de producto. Está conformado por 28 jóvenes creativos.
“Somos una empresa competitiva y eficiente”, señala Izurieta.

Una de las satisfacciones de esta emprendedora es que hay familias enteras que usan sus prendas de vestir. “Entran padre, madre y sus hijos y todos salen con una prenda, por lo que les brindamos un producto de calidad”.

Una de ellas es Pilar López, quien es madre de dos niñas. Ella acostumbra a comprar ropa de esta empresa por su calidad, diseños y variedad de colores.

Afirma que no sabía que la fábrica es ecuatoriana. Ahora que lo sabe espera adquirir más productos para apoyar a las familias que forman parte de esta empresa familiar de la capital.