Arturo Castillo. Motivador y Profesor de técnicas psicorrelajantes
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Líder humano, ¿inspirado en los animales?

Muchos individuos mantienen latente la duda de su liderazgo, no se sienten del todo seguros de estar a la altura de las circunstancias, más allá de que formalmente son líderes de sus empresas. Su inseguridad se evidencia porque miden su liderazgo con otros sujetos, se comparan con ellos; además, se esfuerzan por calzar dentro del estereotipo del líder ideal.

Esa duda vital les lleva a buscar neuróticamente la inalcanzable perfección, a consumir toda clase de ofertas que anuncia el mercado de la superación personal. Obviamente, también podría tratarse de una búsqueda genuina, de la voluntad de ser mejores, de transformar el carácter en beneficio propio y de los demás. Pero no siempre se busca el modelo entre los seres humanos; en cambio, llama la atención la conducta animal; por ejemplo, el liderazgo entre los lobos, bisontes, gorilas, etc.

El zoólogo inglés Desmond Morris fue uno de los pioneros de esos estudios; su best-seller ‘El mono desnudo’ recoge algunos de los resultados de sus investigaciones. Las similitudes entre la conducta humana y la animal resultan evidentes y hasta perturbadoras, al punto de poner en cuestión la llamada racionalidad humana.

También hay que recordar al zoólogo austriaco Konrad Lorenz y a su revelador libro ‘Agresión, el pretendido mal’. El punto es: ¿constituye el liderazgo humano una utilización ‘sublimada’ del instinto animal, que reconoce en el más fuerte como el jefe de la manada?

Así, lo que podría llamarse corriente ‘naturalista’ del liderazgo, se inspira en el comportamiento animal, con la pretensión de que los candidatos a líderes tengan referentes motivadores. Por ejemplo, el poder que ejerce el macho alfa sobre la manada de lobos. ¿Se sugiere con ello que los sujetos debieran entregarse a su lado instintivo, para convertirse en líderes eficaces?

Esto permite especular acerca de la base biológica del liderazgo; hace pensar en el cerebro reptiliano, donde radica lo más arcaico del ser humano.

¿Es que ya no resultan suficientemente inspiradores los incontables líderes humanos, de modo que se necesita buscar las claves en el reino animal? ¿No son suficientes las opiniones de los propios subalternos y colegas para saber si se está ejerciendo un liderazgo coherente?

De alguna manera, estas exploraciones evidencian que el humanismo como tradición ha dejado de ser el sustento del liderazgo, que la fe en el ser humano ha pasado de moda. Por eso, confiar en la fina percepción de un caballo que se deja llevar dócilmente por alguien fuerte, por un líder, parece ser más auténtico que creer en la opinión de otro ser humano.

Escriba a: Arturo Castillo