Mientras las autoridades gubernamentales celebran la renegociación de la deuda (la cual sí representa un antes y un después en la hoja de vida del país) ciudadanos, empleados, empresarios y emprendedores ven como su economía continúa en picada sin que exista la posibilidad de que este Gobierno pueda dar un giro de timón que permita generar confianza al sector productivo y, con ello, buscar estabilizar la economía con programas que estimulen verdaderamente la generación de plazas de trabajo.

Es posible que la reflexión en el párrafo anterior sea demasiado crítica, pero es así como considero debería pensar un gobierno de transición que no tiene la más mínima posibilidad de una reelección. Resulta difícil pensar en un programa integral para salvar la microeconomía, sino existe sintonía entre esta y la macroeconomía; cuando se le pide al sector privado más contribuciones vía nuevos impuestos y mientras el Estado no logra equilibrar sus cuentas. Un Estado fuerte requiere de una empresa privada robusta y que confíe en sus gobernantes de turno, pues la macro y la microeconomía van de la mano.