Redacción Cuenca
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Con madera liviana en artesanías llegan al extranjero

El matrimonio de Luis Matute y Cumandá Tenemaza ‘está tallado en madera, en vez de piedra’. Al menos así bromean este par de cuencanos, que llevan 30 años de casados y desde entonces se dedican a la elaboración artesanal de cucharas, bandejas, jarrones, cofres, flores, móviles, etc., en madera liviana.

Es decir, utilizan pino, sauce, alisa… y las piezas que elaboran pesan en promedio 70 gramos. Con esta iniciativa, llamada ARTD artesanías en madera liviana, pueden vender hasta USD 600 en ferias -participan en cuatro al año- y mediante intermediarios, sus productos llegan a Brasil, España, Suiza, México, EE.UU., Costa Rica, Perú y Colombia.

Este emprendimiento comenzó, hace unos 30 años, como un pasatiempo de Tenemaza, quien aprendió a pintar en cerámica. Los productos que elaboraba los comercializaba desde su hogar (noreste de la capital azuaya).

Ella identificó que a los clientes extranjeros les gustaban sus creaciones, pero como la cerámica pesaba y se quebraba era difícil transportarla en maletas hacia sus países de origen.

Frente a esa limitación, esta cuencana buscó una solución para atraer al cliente extranjero. En el cantón azuayo de Paute encontró artesanos que elaboran cucharas para cocinar. Habló con ellos, para que tallaran sus productos (cucharones, bandejas, etc.), en pino, sauce y alisa.

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Inés Quishpe vende las figuras en madera, desde 1984, a Tenemaza y resalta su responsabilidad en sus obligaciones.

A esta iniciativa se sumó Luis Matute en 1985, quien añadió sus conocimientos en mercadeo, comercialización, exposición en ferias, etc. También invirtió unos USD 90 (al cambio de 1984) para comprar pinceles, pinturas y lacas. Su facturación inicial bordeaba USD 80 al mes.

Actualmente, la microempresa suma cuatro colaboradores incluyendo a Tenemaza y Matute, quienes durante 15 años mantuvieron solos el negocio.

En 1994, aún atendiendo desde la casa, invirtieron 500 000 sucres (USD 156) para adquirir un tornero mecánico que le da forma a los jarrones y vasijas.

En 1998, esta pareja de emprendedores se trasladó a un local en el centro de Cuenca, donde aún exhiben sus productos. Un año después, en plena crisis bancaria que vivió el país, ARTD se sostuvo en el mercado, porque un 90% de sus clientes eran extranjeros. Esa situación aún se mantiene. De hecho, comerciantes de Suiza, España, México, Colombia... adquieren los productos para comercializarlos en los países donde viven.

Por ejemplo, ese es el caso de Gregory Dunn, quien vive en Nueva York (EE.UU.) y una vez al año viaja a Cuenca para llevar adornos de esta firma. Lo que más comercializa son huevos, móviles, bandejas y jarrones pintados a mano.