Redacción Quito
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El mundo 2.0 tiene su clave: el equilibrio

‘Mi primera actividad de la mañana es revisar en el teléfono móvil los correos electrónicos que recibí mientras dormía. Luego, ingreso a Facebook y Twitter desde la tableta para ver las actividades de amigos y familiares”.

Así describe Carolina H. su rutina diaria, mientras se dirige hacia el norte de Quito, a la empresa de importación en la que labora desde hace seis años. “Mi jefe piensa que la gente es ineficiente si no le contestan un e-mail los domingos por la noche o a las 03:00”, dice Carolina H. y continúa chateando en el BlackBerry Messenger.

Ella cuenta que una vez volvió a su casa tras una hora de viaje, había olvidado su smartphone, añade que cree depender en exceso de estos dispositivos.

El uso excesivo de las nuevas tecnologías y la necesidad patológica de conectarse a Internet se denomina ‘tecnoestrés’, un término acuñado en 1997.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) determina en su informe ‘La convergencia multimedia: romper el silencio’, que en los países de economías desarrolladas, con ritmos de producción basados en el uso de la comunicación instantánea, existe una mayor incidencia de casos de depresión por presión a nivel laboral.

En este documento también se explica que el uso de Internet se convierte en una herramienta de subsistencia laboral para algunos sujetos. Por lo tanto, surgen problemas de estrés en quienes no pueden lidiar con estos nexos.

Fabricio B. renunció a un cargo gerencial en una firma auditora, debido a que su matrimonio se afectó. “En mis vacaciones del 2010 pedí que me reenviaran los correos laborales a mi smartphone, para estar siempre al tanto. No me desconecté del trabajo. Mi esposa se molestó”.

El afectado reconoció que padecía otros síntomas del tecnoestrés que lo motivaron a tomar esa decisión: ansiedad por poseer un dispositivo tecnológico de punta, alteraciones en la concentración y en la memoria de corto plazo. También, un inusual deseo por la perfección en sus acciones y en la de sus compañeros.

El médico ocupacional Francisco Arellano considera que la tecnología no es mala. “No se necesita satanizar el uso de un smartphone o pensar que es una enfermedad mental revisar 25 veces su cuenta de Facebook en el día”. Para el especialista lo importante es encontrar el equilibrio.

Primero, dice, hay que fijarse una hora para apagar o poner en silencio su teléfono y no revisar correos electrónicos hasta el día siguiente. Segundo, usar las redes sociales para encontrar un grupo con el que comparta alguna afición o pueda practicar un deporte. “Escoja un día a la semana para ‘apagarse’ y destínelo a esa actividad”. Por último, recomienda no dormir con el teléfono móvil, tableta o una laptop al lado suyo: “Nada tienen que ver la radiación de estos aparatos. Es para que no recaiga en su adicción”.