Este negocio ofrece pasteles decorados de forma personalizada con personajes fabricados en fondant. Los comercializa por redes sociales.

Su amor por el arte, heredado de su abuela y su gusto por elaborar pasteles e innovar en las tendencias de repostería llevaron a Kaly Montenegro a abrir su propio negocio de cakes y cupcakes en 2015.

Pese a que en el mercado capitalino hay un sinnúmero de pastelerías, esta quiteña vio que podía explotar un nuevo nicho y optó por realizar este tipo de productos y decorarlos con figuras en tres dimensiones elaboradas con fondant.

Su catálogo de productos tiene diseños que van desde animales, rosas, personajes de series animadas hasta rostros de personas reales. Todos los modelos son elaborados de forma manual en su taller, que está ubicado al norte de Quito, y los entrega a domicilio.

Previo a estudiar pastelería, Montenegro hizo una carrera en diseño gráfico. Ella explica que esto le permitió complementar el trabajo para obtener productos con acabados de calidad que satisfagan las necesidades de los clientes, pues maneja de mejor manera las texturas, cromática y formas.

Reconoce que una de sus ventajas cuando empezó el negocio fue que venía de una familia de panaderos y pasteleros, por lo que ya contaba con algunos insumos sobre la materia. Para darle una identidad a la marca le puso su nombre y desde entonces ha crecido por medio de distintas plataformas.

Para arrancar el negocio, lo primero que hizo fue comprarse una batidora pequeña con una inversión inicial de USD 800. Esta le acompañó en los mejores y peores momentos de su emprendimiento. Con ella se lanzó al trabajo profesional y su primer pastel lo hizo para la boda de un familiar. Entre risas, cuenta que este no tuvo el mejor resultado y ahí decidió empezar a estudiar pastelería.

“Me lancé al mercado con un producto muy difícil de elaborar y eso me sirvió como una lección, pero no me rendí”, señala mientras termina de hacer el montaje de una de sus últimas creaciones.

Confiesa que emprender en el ámbito de la panadería y pastelería es bastante costoso debido a la gran cantidad de insumos que hay que comprar. Para empezar con la marca hizo una inversión de USD 1 800. Con esos recursos compró moldes, utensilios, pintura, pinceles, entre otros implementos. Su ventaja fue que no requería hornos pues todos los pasteles los realizaba en su casa o en el taller de sus padres.

Esta emprendedora explica que en los primeros años el trabajo era complicado, pues debía competir con marcas reconocidas que tenían más tiempo en el mercado y mejor calidad del producto. Tomó eso como un impulso para crecer y mejorar en las formas y diseños que vendía. Su plus es que se capacita constantemente en nuevas técnicas y tendencias que están en auge en el mercado internacional para replicarlas en el país.

Montenegro explica que su diferencia con otras marcas es la asesoría que da a los clientes. Cada pastel o cupcake que se prepara tiene un “toque especial” que varía en función de la personalidad del comprador. Cada mes comercializa más de 80 pasteles por medio de sus redes sociales; con eso alcanzó una facturación de USD 8 500, en promedio, durante el año anterior.

Montenegro se considera una artista y ahora pone en práctica sus habilidades con la pintura para realizar todo tipo de figuras en 3D. Elaborar los diseños le toma entre uno y dos días, dependiendo de la dificultad del diseño solicitado por sus clientes.

Uno de los retos diarios es el montaje de cada pastel y que este tenga una buena estructura, pues se requiere de amplios conocimientos sobre la calidad de la masa, la humedad, qué materiales resisten el diseño, entre otras cosas.

Su afinidad con los niños también la llevó a crear cursos virtuales para ellos, durante la pandemia. En las clases se les enseña a hacer muñecos en 3D con fondant, con el objetivo de enseñar a los pequeños la parte más estética de la pastelería. Hasta la fecha se ha capacitado a más de 200 niños.