El poder del optimismo
La Universidad de Michigan realizó un estudio sobre los efectos del pesimismo y comprobó esto: las personas pesimistas tienen más riesgo de sufrir problemas del corazón y del cerebro. Se vio claro que las que son positivas tienen mejor humor y hábitos más saludables. Del mismo modo, las costumbres saludables hacen que estén más contentas y sean más adaptables.
El optimista no da demasiada importancia a los escollos del día a día y no se engancha con los problemas.
Por eso tiene una mejor salud y menos riesgo de sufrir un infarto o un derrame cerebral. En suma, el optimismo no solo es una ganancia para el estado anímico, sino para la salud.
Siempre ganas cuando cultivas el buen humor y te enfocas en lo positivo, no en los males; siempre estás mejor cuando ves una oportunidad en cada dificultad.
Optimismo es aceptar la realidad, cambiar lo que se puede y adaptarse en paz, como lo hacen tantos limitados físicos.
Asimila eso y cultiva un optimismo arrollador, acepta lo que vives y podrás disfrutar de paz interior. Donde brilla la aquiescencia se acaba el sufrimiento porque dejas de hacer resistencia.
La aceptación te calma cuando es amorosa, serena y activa para que nunca la confundas con la resignación. Todo lo que vives es para tu bien y lo captas cuando vas más allá de lo aparente y buceas en tu interior.
El optimista afianza la seguridad en sí mismo, se valora, confía en sus talentos y no depende de que otros aprueben lo que hace.
Sigue lo que te diga el corazón, no lo que dicen los demás, y no sufras por los juicios ajenos.