Los hermanos Otto y Ángel Segura son los fundadores de Dilipa. Esta empresa tiene hoy en día locales en Quito, Ibarra, Santo Domingo, Portoviejo y Ambato. Foto: Alfredo Lagla / Líderes

Los hermanos Otto y Ángel Segura son los fundadores de Dilipa. Esta empresa tiene hoy en día locales en Quito, Ibarra, Santo Domingo, Portoviejo y Ambato. Foto: Alfredo Lagla / Líderes

La papelería Dilipa llegó al mercado  bursátil 

La historia de la papelería y librería Dilipa está llena de anécdotas. La apertura de su primer local, la compra del sitio donde se levantó el segundo local, los viajes por el país que hicieron sus fundadores, la expansión por Quito y otras ciudades son historias que su fundador y actual gerente general, Ángel Segura, las recuerda con claridad y las cuenta con una mezcla de emoción y nostalgia.

Segura es oriundo de San Miguel de Bolívar, en el centro del país; él dejó su pueblo natal por idea de su madre y se formó en Quito, en el Colegio Mejía. Estudiaba en la noche y trabajaba por el día. Cursó Economía en la Universidad Central y trabajó en una agencia de viajes, así como en una empresa que importaba libros desde España. Así forjó su espíritu para los negocios.

También estuvo desempleado y esa circunstancia lo llevó a tomar una decisión que fue la semilla de Dilipa. Eran los finales de la década de 1970 y un pariente lo convenció para trabajar juntos. Se involucró con el mundo de los textos escolares y para 1982 Segura ya tenía su primer local en Quito.

A esta aventura se sumó su hermano Otto, actual presidente de la firma. El primer local de esta empresa -que hoy suma cerca de 360 empleados en Quito, Ibarra, Santo Domingo, Portoviejo y Ambato- lo arrendaron frente a la Universidad Católica de Quito. Y años después, los hermanos compraron una vivienda, a pocos metros del primer local.

“La compra fue sin pensarlo. Vi un letrero de venta, hice una oferta y el comprador la aceptó. El negocio se cerró en 16 millones de sucres”, recuerda Segura.

Para 1987, Dilipa se inscribió en el Registro Mercantil de Quito. El negocio se dinamizaba con el inicio de clases (en octubre en la Sierra y en mayo en la Costa). El trabajo era arduo: ambos hermanos viajaban desde Tulcán hasta Riobamba, pasando por ciudades del Litoral, ofreciendo los textos para escuelas y colegios.

“Los clientes comenzaron a pedir útiles y así empezamos con la línea de papelería”, cuenta Segura desde su oficina ubicada en la matriz y centro de distribución.

Para 1992, la empresa de los hermanos Segura hizo su primera importación de material escolar, desde Colombia. Hoy, Dilipa comercializa productos de España, Brasil, México, China, etc. El 40% de sus ventas corresponde a productos importados y el 60% es producción nacional. Firmas como Papelesa y Norma son proveedoras de esta compañía.

Con el negocio consolidado, los hermanos Segura tomaron una decisión que les permitió obtener recursos. A finales del 2009 acogieron la sugerencia de entrar en el mercado bursátil.

René Racines, gerente de Sucaval, les propuso a los representantes de Dilipa buscar financiamiento en la Bolsa de Valores de Quito. Racines recuerda que en principio hubo temor de parte de los hermanos Segura. “Con la asesoría que les ofrecimos entendieron el proceso de participar en la Bolsa y en el 2010 se hizo la primera emisión de papeles por cerca de USD 1,5 millones”.

Hasta la fecha, Dilipa ha obtenido cerca de USD 10 millones en el mercado bursátil. Estos recursos sirvieron como capital de trabajo. Racines describe el proceso como una experiencia gratificante. “Les asesoramos permanentemente y la idea es generar confianza y tener una relación de largo plazo”.

Ahora Dilipa continúa con su tarea bajo el mando de la segunda generación de la familia Segura. El objetivo es abrir más locales a escala nacional. “Queremos una fuerza de ventas más grande, nuevas sucursales e incrementar las líneas de negocios con productos digitales”, señala con seguridad Renato Segura, hijo de Ángel.