Para ponerle el nombre a un aeropuerto internacional se debe analizar el mercado objetivo y la personalidad que se quiere dar al aeropuerto.

Es necesario conocer cómo es la persona común que visita el aeropuerto. En nuestro caso, la mayoría de usuarios son ejecutivos de empresas, pero también son familias. En general, la gente que utiliza el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito es de un nivel socio económico medio bajo, medio y alto. El único grupo que se elimina es la clase pobre, que no cuenta con medios económicos para viajar en avión.

También se debe considerar la personalidad que se busca para el aeropuerto; es decir, si se quiere dar a la terminal aérea un toque de modernidad o darle a la ciudad un aire más cosmopolita, para favorecer a su característica de internacional. Quizás sería adecuado buscar un nombre que le dé este mismo estatus.

La mayoría de los aeropuertos de América Latina tiene nombre de personajes ilustres, reconocidos por cada país. Esto no siempre es lo más adecuado, porque si una persona no está relacionada con la historia de ese personaje, difícilmente va a recordar su nombre y sólo reconoce el aeropuerto como ‘el de Quito’ o ‘el que queda en Guayaquil’.

La construcción del aeropuerto en Tababela tuvo varios problemas y escándalos en torno al manejo de recursos económicos, un mal nombre, sumado a esos factores podría generar rechazo de la ciudadanía.

Además, internamente, puede haber personas o grupos que no muestren simpatía por el personaje, aunque no por eso dejarán de subirse a un avión.