Macafri es una empresa productora de cárnicos y embutidos. Este año ha desarrollado estrategias como los puntos de venta. Foto: Patricio Terán  /LÍDERES

Macafri es una empresa productora de cárnicos y embutidos. Este año ha desarrollado estrategias como los puntos de venta. Foto: Patricio Terán /LÍDERES

El sector alimentos piensa en exportación

21 de noviembre de 2016 09:36

Con una caída de ventas durante un año económicamente complejo, pero con importantes proyecciones para el futuro. Así describen los empresarios la situación del sector productor de alimentos de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Datos de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha (Capeipi), gremio que agrupa a 205 socios del sector de alimentos, revelan que la comercialización de alimentos procesados cayó en 15% en lo que va del año frente al mismo período del 2015. Esto ha obligado a los dueños de los negocios a adoptar estrategias para vender su mercadería.

En helados Coqueiros, donde las ventas cayeron 5% entre enero y octubre de este año frente al mismo período del año anterior, les tocó ser “creativos” para seguir comercializando sus productos. Buscaron nuevos clientes y destacan como un acierto el haber colocado sus ‘packs’, desde este año, en supermercados y no solo en tiendas en el país.

Para esta empresa el terremoto de abril pasado fue un impacto. Tras este suceso las ventas cayeron un 50% en Manabí y Esmeraldas, las provincias de más demanda del producto. A todo esto hay que añadir que a escala nacional, según Xavier Bustos, representante de Coqueiros, hay menos circulante en la economía y la población ha reducido gastos en comida y turismo.

Datos de inicios de este año, proporcionados por la Asociación de Empresas Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), muestran que el sector de alimentos, en general, representa el 39% del Producto Interno Bruto de la manufactura no petrolera y genera el 35% de las plazas de empleo también del sector no petrolero.

Entre las actividades que realiza el sector se encuentran las de procesamiento de carnes, de lácteos, de pescados y mariscos, de bebidas, de pastas y panadería, de confites, entre otras.
Para Anfab, factores como la introducción del etiquetado nutricional tipo semáforo, la aplicación de salvaguardias e impuestos, así como la situación económica han afectado a la industria.

“El etiquetado frenó el dinamismo y el crecimiento de la industria, afectando a unas categorías más que a otras, como al sector lácteo que descendió el 5,7% en ventas o cereales que disminuyó el 15%. Por otro lado, las salvaguardas han incrementado el costo de varios de los insumos que se traducen en menor utilidad, considerando que ante la situación económica de los consumidores es difícil incrementar los precios”, manifiesta el gremio.

En medio de todo esto las empresas buscan salidas y oportunidades de crecer. En el sector alimenticio de Capeipi, por ejemplo, se está buscando la asociatividad y para ello se creó un consorcio que les permitirá, entre otras cosas, impulsar la exportación. “En primera instancia con la Unión Europea gracias el acuerdo, que ahora nos está dando facilidades”, indica Édison Romo, presidente del sector.

Entre los artículos alimenticios que se podrían enviar están cereales andinos, chocolates, mermeladas, chifles, etc. La idea es que sean artículos con alto valor agregado y que cuenten con certificaciones orgánicas.

Actualmente, el 14% de las empresas del sector de alimentos de la Capeipi exporta. Mientras que a escala general, según la Anfab, la manufactura de alimentos es un sector que exporta alrededor de USD 3 000 millones al año.

Silvia Terán, dueña de Toltequitos, empresa que fabrica tortillas de maíz, nachos, etc., explica que apunta a la exportación. “Quizá con el acuerdo con la Unión Europea se den más facilidades (...) quisiéramos exportar a la UE; EE.UU. y otros destinos. Tenemos contactos con varios mercados, con algunos países. Es una cuestión de tiempo y paciencia”.

Aunque no detalla el monto, la emprendedora explica que en este año su producción y ventas han disminuido. Atribuye esta situación la condición económica y a los impactos del terremoto.
Agrega que la demanda de clientes, dependiendo del caso, se redujo hasta en la mitad. Un caso particular es el de un hotel de Quito que dejó de comprarle sus nachos debido a que tuvo que cerrar su restaurante este año.

Por esta razón es que la empresa ha desarrollado la estrategia de buscar más clientes para seguir colocando su producto. Hasta fin de año no van a realizar una inversión porque ya lo hicieron antes del terremoto. “Proyectándonos para un crecimiento fuerte, en maquinaria. Más o menos fue de USD 100 000 (...) tenemos como sea que pagar la deuda porque fue un apoyo de Corpei”.

Otras empresas tuvieron mejor desempeño. En la productora de carnes y embutidos Macafri, en el 2015 frente al 2014 la reducción de las ventas fue de 13% y en 2016 frente al año pasado el incremento es de 10%, pero aun no logran alcanzar los niveles del 2014.

Esta empresa desarrolló estrategias para seguir colocando su producto. Por ejemplo, abrió dos puntos de venta, uno ubicado en la planta de producción en la zona de Monteserrín y otro en el sector de la Rumiñahui, en el norte.

Allí dan facilidades a los consumidores como la venta de carnes fileteadas, así como también la entrega a domicilio.

Algunos detalles
Consorcio.
Un total de 11 empresas se encuentran en el consorcio de la Capeipi. Estas se dedican a la producción de cereales de quinua, chocolates, chifles, cárnicos, empaque de productos, maquinaria, entre otros. Para el desarrollo de la misma han recibido el apoyo de la Corporación Andina de Fomento (CAF).
Capeipi.
El sector alimenticio de este gremio factura al año USD 150 millones. El dato de producción en volumen no existe de forma consolidada porque la fabricación difiere según el tipo de producto.
Requerimientos.
Luego de una visita del presidente Rafael Correa al gremio este logró que el Estado entregue USD 40 millones para crédito a las pymes de Capeipi. Los fondos los entregará la Corporación Financiera Nacional (CFN) y, según Romo, ya se están recogiendo las solicitudes para acceder a los préstamos.
Desarrollo. 
Romo explicó que con el acuerdo con la UE es necesario que las empresas se vuelvan más competitivas frente a los artículos europeos.

Tres generaciones levantaron este negocio

Tres generaciones han impulsado este negocio familiar que nació en el cantón Montalvo, en la provincia de Los Ríos, hace 40 años. Un pequeño molino para descascarar el arroz se convirtió, en el transcurso de esas cuatro décadas, en una empresa que compite en el mercado nacional en la venta de arroz procesado.

Corporación Santa Ana, cuya planta se ubica en el kilómetro 1,5 de la vía Montalvo-Babahoyo, evolucionó primero desde aquel pequeño molino a una piladora de arroz, una de las primeras que se instalaron en la provincia. La iniciativa provino de la ambateña Ana Álvarez, quien a los 35 años de edad se instaló en la ciudad de Montalvo, en busca de nuevas oportunidades. Lo hizo junto a su esposo, Wilfrido Gaibor.

La piladora se abastecía de sus propios sembríos y del arroz que ya empezaba a adquirir a los campesinos de la zona. “Resultó de gran ayuda para los arroceros, porque en aquel entonces era complicado para ellos ir a vender directamente a Guayaquil”, menciona Gabriela Vargas, nieta de la fundadora de la empresa y actual gerenta comercial.

En 1990, la empresa familiar adquirió su primera piladora, con un crédito bancario. Tras el fallecimiento del esposo de la fundadora, las dos hijas del matrimonio, Patricia y Lady Gaibor, ingresaron a formar parte del negocio más ­activamente. “Con el tiempo incrementamos los silos y las piladoras, para servir a más productores de la provincia”, cuenta Patricia Gaibor.
Paralelamente, la empresa invirtió en la adquisición de más tierras, a medida que la producción del arroz mejoraba en Los Ríos, debido a un incremento de los rendimientos y la tecnificación de las tierras en la zona.

En el 2002, la empresa dio un pasó adelante y se constituyó en Corporación Santa Ana. El negocio empezó también a diversificarse; en ese proceso se comenzó a incorporar valor agregado al arroz pilado, como por ejemplo el arroz envejecido. Vargas, hija de Patricia, menciona que dentro de ese proceso de ampliación llegaron nuevas inversiones, como la compra de un seleccionador óptico que les permitió determinar el grado de pureza del arroz; y la implementación de equipos para el proceso de envejecimiento rápido de la gramínea.
La empresa riosense también participó en el 2005 como proveedora en el Programa Mundial de Alimentos.

En el camino, la firma familiar ha enfrentado dificultades, como el ingreso ilegal de arroz peruano. “La entrada de arroz de contrabando ha significado una competencia desleal, tanto para los productores como para las piladoras”, explica Jorge Garaycoa, dirigente arrocero de la zona de Daule (Guayas).

Hoy en día, Corporación Santa Ana comercializa arroz en presentaciones de 45 kg y 25 kg. Sus clientes son los comercios mayoristas en cuatro ciudades de la Sierra y en Guayaquil. También vende su arroz pilado como marca blanca para otras compañías, aunque el 85% de su producción sigue comercializándose con su propia marca. Stalin Vargas, gerente de la compañía, dice que las inversiones seguirán el próximo año. “Proyectamos comprar dos silos más en el 2017, con una capacidad de más de 30 000 sacos de arroz cada uno”.
La compañía posee 1 200 hectáreas de tierras en dos cantones de Los Ríos y en Guayaquil. En ellas producen arroz y maíz.