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Un siglo duró la minería artesanal en el país

Los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX pueden ser tomados en cuenta como la partida de nacimiento de la minería a pequeña escala en Ecuador. En esa época inició sus operaciones la estadounidense Sadco (South American Development Company, por sus siglas en inglés); la firma se concentró en la explotación de oro en Portovelo (El Oro).

Allí se calcula que Sadco pudo haber extraído 3,5 millones de onzas de oro, según cifras que maneja la Cámara de Minería del Ecuador. El presidente del gremio, Santiago Yépez, cuenta que Sadco también explotó cobre en Macuche (Cotopaxi), en la década de los cincuenta.

Yépez explica que en esos años no existía fomento ni tecnificación en el sector minero. En el manejo ambiental, tampoco se tenían las exigencias de hoy; no obstante, Yépez considera que Sadco abrió la posibilidad para que compañías extranjeras vengan al Ecuador para invertir, con capital de riesgo, en el sector minero.

Cita a empresas como Río Tinto, Newmont o Billington que llegaron en los años 80 para estudios de exploración.

Para Alberto Acosta, ex ministro de Energía, en Ecuador no ha habido una actividad minera que se pueda llamar industrial. “Salvo en la época en que estuvo Sadco, no ha habido una actividad que se pueda llamar industrial. Primó la pequeña minería artesanal y de subsistencia”.

Entre mediados y finales del siglo XX, la actividad permaneció en una suerte de vacío. Esto, pese a que en la década de 1960 llegó al país la Misión Británica, auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas. Su tarea permitió elaborar un mapa geológico del país, explica Yépez. “Se analizó en especial la Cordillera Oriental y se analizó la superficie ecuatoriana en general. Eso dio paso a los primeros trabajos de exploración”. En la época citada, los minerales con mayor potencial eran tres: oro, plata y platino.

Además, en 1964 se creó el estatal Servicio Nacional de Geología y Minería. Así se inició la investigación geológica en forma sistemática y planificada, según se registra en el Plan Nacional de Desarrollo Minero, del Ministerio de Recursos Naturales No Renovables.

Sin embargo, la actividad minera no ha llegado a influir en la economía nacional. El aporte de la minería al PIB nacional no pasó del 1,3% del total del PIB en la última década. Además, la minería no supera el 0,50% del valor total de las exportaciones ecuatorianas, según cifras del Banco Central y del Viceministerio de Minas.

Para Acosta, el escaso desarrollo de la minería trajo consecuencias sociales. “La actividad minera artesanal y de subsistencia constituye una salida desesperada para grupos campesinos, expulsados de sus lugares de origen por diversos factores”.

Además, calcula que los fines de semana, unas 500 familias de los pueblos indígenas, asentadas cerca de las orillas de los ríos de la región amazónica, lavarían manual o artesanalmente grava aurífera.

Según el Censo Minero del 2010, en Ecuador se contaban 1 349 labores artesanales. Acosta considera que gran parte de las minas del país son calurosas y con el riesgo constante de derrumbes.

En cuanto al potencial minero del país, Yépez cree que es enorme. “Solo se ha explorado el 20% de todas las concesiones”. Acosta, por su parte, asegura que ni el Gobierno conoce sobre el potencial. “Las cifras oficiales no son confiables y las empresas transnacionales inflan las cifras”.