El depósito de sombreros del matrimonio Ocaña Zambrano se ubica en las calles  Rocafuerte y Cuenca.  Foto: Patricio Terán / LÍDERES

El depósito de sombreros del matrimonio Ocaña Zambrano se ubica en las calles Rocafuerte y Cuenca. Foto: Patricio Terán / LÍDERES

Los sombreros de paño, gamuza y fieltro son su legado

15 de junio de 2016 09:18

Ni el ruido del centro de Quito, el tiempo, el cambio de moda o el atraso del verano han detenido el trabajo de Luz Zambrano y su esposo, Segundo Ocaña, en el diseño y la confección de sombreros.

Durante 50 años, esta pareja de riobambeños ha trabajado en un oficio que, sin embargo, parece que no tiene herederos en sus propios hijos, cinco profesionales apartados de la artesanía que convierte el paño, la gamuza y el fieltro en elegancia y distinción.

En la Rocafuerte y Cuenca, a escasos cien metros de la casa donde nació el presidente José María Velasco Ibarra, abre las puertas a sus clientes el depósito de sombreros ‘Pilarcita”, donde doña Luz atiende desde las nueve de la mañana.

Coincidencias de la vida, el presidente quiteño era uno de sus principales clientes, décadas atrás, y mandó a confeccionar sombreros de tipo bombín. El nombre de local es en honor a su cuarta hija Moraima del Pila.

Pero el matrimonio no se conoció en Riobamba, sino en Quito. Doña Luz cuenta que aún siendo adolescente llegó a la capital acompañando a su tío Ángel Escobar, quien confeccionaba sombreros para los almacenes de casimires y camisas que en los años 60 se ubicaban en los bajos del Palacio Arzobispal.

Escobar, hermano de su madre, trajo -además de su sobrina- ayudantes del centro del país para trabajaren su taller de La Magdalena.

Uno de ellos, era Segundo Ocaña quien se enamoró de doña Luz, se casaron y finalmente se hicieron cargo del negocio.

Ello, porque ninguno de los hijos de don Ángel quiso continuar con el oficio de sombrerero.
El local de la Rocafuerte no ha sido el único; al menos siete veces han tenido que cambiarse de locales todos en el Centro Histórico cuenta doña Luz.

El taller lo tienen en la Loma de Puengasí y en el local de la Rocafuerte se exhiben no menos de unos doscientos sombreros de todas las tallas. Los más económicos son de USD 10, los más elegantes, de piel de conejo importada de Alemania, tipo Mariscal, tienen un costo de USD 90.

También, fabrica cachuchas, boinas, sombreros tipo cordobés, de ala ancha para mujeres y de copa para representar a los chullas quiteños en las comparsas de las fiestas de la carita de Dios.

Javier Cevallos, actor del grupo Quito Eterno, cuenta que es cliente del matrimonio Ocaña Zambrano porque estos sombreros no se producen en serie sino que son personalizados y de altísima calidad. Por ello, su grupo de teatro ha adquirido ahí unos diez sombreros. En el local además da mantenimiento a dos sombreros, herencia de su abuelo.