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Teletrabajo con condiciones justas
Una legislación clara y un consenso social entre gobiernos, trabajadores y empresas son las formas más seguras para que el teletrabajo no vaya en contra de los intereses de los empleados y se convierta en una vía fácil para reducirles el salario u obligarlos a hacerse autónomos. Eso señala un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el trabajo desde casa, difundido el pasado 13 de enero.
“Los gobiernos, sindicatos y asociaciones de empleadores deben trabajar juntos para que las condiciones de trabajo en domicilio sean las mismas que tienen los que trabajan en una fábrica, tienda u oficina”, explica Janine Berg, autora del documento.
El análisis de la OIT busca poner de manifiesto no solo lo que implica la expansión del teletrabajo, sino las deficientes condiciones que sufría buena parte de los 260 millones de personas que ya trabajaban de forma ininterrumpida desde sus domicilios antes de la aparición del covid-19. De ese total, el 65% se encuentra en Asia y a nivel global la mayoría son mujeres (56% del total).
En general, las condiciones de los trabajadores a domicilio han sido peores que las de aquellos que siempre han laborado fuera de sus hogares, con salarios más bajos, mayores riesgos de seguridad y salud, y menor acceso a la protección social y a la formación.
En esta categoría entran quienes realizan una labor no automatizada de producción (tareas de bordado, artesanía o montaje electrónico), así como los trabajadores de plataformas digitales en el sector de prestación de servicios.
Datos de antes de la pandemia indican que ese tipo de trabajadores ganaba un 13% menos en el Reino Unido, un 22% menos en Estados Unidos y hasta un 50% menos en Argentina, India y México; en comparación con los que laboraban en oficinas.
En los primeros meses de la pandemia, uno de cada cinco empleados que trabajan en oficinas realizó su labor a domicilio, una situación que ha chocado con reglamentaciones deficientes o cuya aplicación resulta compleja, señala la OIT en su informe.
A medio y largo plazos, los teletrabajadores afrontan varios riesgos, como verse forzados a hacerse independientes o autónomos.
“Con la tecnología es muy fácil contratar como independiente a alguien que vive en otro país donde se gana menos, así que hay un riesgo de posible sustitución de trabajadores”, reconoció Berg.
Una parte significativa de empresas ha entendido a estas alturas que el teletrabajo sí funciona y que no tuvo efectos negativos sobre la productividad, lo que implica ahorros potenciales en términos de alquiler de espacios de trabajo o de servicios.
“Sin embargo, para las empresas también es un desafío gestionar a los trabajadores a distancia”, comentó la especialista de la OIT.
Otro gran temor que acecha a los teletrabajadores es la posibilidad de que este estatus implique una reducción salarial, bajo el pretexto de que incurre en menos gastos al no tener que trasladarse del hogar al centro laboral.
Berg recordó que ese supuesto ahorro no necesariamente es tal, porque “los trabajadores también gastan más en electricidad y en Internet”, pero reconoció que la amenaza existe.
El derecho a la desconexión es igualmente importante y un asunto sobre el cual los países deben legislar, ya que “trabajar desde casa desdibuja el límite entre vida profesional y personal”.
El aislamiento social es otra faceta del teletrabajo y puede tener efectos psicosociales y conducir hasta la depresión, por lo que los estudios muestran que lo ideal es acudir a la oficina de una a dos veces por semana o que, cuando esto no sea posible, se organicen reuniones periódicas.
Recuperación económica
El Informe Global de Riesgos 2021, del Foro Económico Mundial (FEM), insta a los gobiernos a fomentar una recuperación justa y sostenible, invirtiendo en el “capital humano”, para reducir los riesgos derivados de la desigualdad y fragmentación social exacerbados por la pandemia.
La directora general del FEM, Saadia Zahidi, dijo que si bien la epidemia ha evidenciado puntos flacos en las sociedades, como la precariedad del acceso a Internet o los sistemas sanitarios, también ofrece la oportunidad de ir hacia un nuevo modelo de crecimiento, más allá de las medidas de emergencia aplicadas a corto plazo.
Zahidi instó a los Estados a invertir en el “capital humano”, en la seguridad social, en educación, en tecnología verde y sostenible para construir un sistema menos costoso y más estable a largo plazo.
La líder de gestión de riesgos de Marsh, Carolina Klint, recomendó a las empresas hacerse más resistentes a través de “una mejor colaboración y coordinación” y reconociendo que “sus empleados son seres humanos”, por lo que deben ofrecer herramientas a fin de ayudarles en el teletrabajo.
56% de teletrabajadores antes de la pandemia eran mujeres, a escala global, según el informe de la OIT.