Germania Cabascango, gerenta de Textielites, inició su actividad en los negocios a los 17 años.
Mónica Orozco Redacción Quito / LÍDERES
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Textielites la venta por catálogo fue su táctica ganadora

A los 17 años de edad, para financiarse la universidad, Germania Cabascango vendía colchas puerta a puerta. Así fue cómo esta empresaria, oriunda de Cayambe, se 'enganchó' en el negocio de los edredones.

La demanda de sus clientes crecía y la oferta no abastecía. Esto la llevó a pensar en abrir una fábrica textil. "Es un producto que no caduca, fácil de almacenar y que, entonces, no pasaba de moda".

Así se sentaron las bases de lo que sería Textielites, la empresa que hoy gerencia. Esta firma, ubicada en el norte de Quito, genera 70 empleos directos e indirectos, y factura USD 1,4 millones.

Al inicio, la producción era muy artesanal. Con un capital inicial de un millón de sucres (lo que serían hoy USD 1 000), que recibió como obsequio de sus padres, Cabascango compró algo de tela y rentó un pequeño taller, que le permitía trabajar las noches.

Empezó con una producción de dos edredones semanales. Las fábricas textiles disponen de máquinas especiales para unir la tela y el plumón, pero en el taller de Cabascango el trabajo se hacía en máquinas de coser manuales.

Los primeros clientes fueron amas de casa y profesores. El negocio creció y en 1996 pudo comprar su primera máquina de coser industrial. Estaba lista para abrir su taller propio. Recuerda que contrató a 10 costureras para atender los pedidos, primero de Quito y después de Guayaquil, Cuenca y otras ciudades. La producción pasó a 100 edredones diarios.

Aunque estudió idiomas, esta emprendedora siempre se inclinó por los negocios. Esa energía contagió a sus hermanos (Vinicio, Armando y Diego), que también abrieron talleres textiles de cortinas y edredones para niños. En el 2001 decidieron unir sus esfuerzos y formar la empresa Textielites, para fabricar y comercializar edredones, cortinas y otros productos para el hogar, aunque no dejaron de mantener sus propios espacios en sus talleres pequeños.

"Hoy, tenemos máquinas muy modernas con las que aumentamos la producción y la eficiencia", indica.

El período 2008-2010 fue el mejor para la empresa: fue cuando tuvo distribuidores en todo el país, amplió la planta e incluso llegó a exportar.

Pero la entrada de productos importados, el aumento de la competencia y el alza de los costos de producción obligaron a Textielites a innovar, diversificar productos y buscar nuevos mercados.

Para levantar la facturación, en el 2011 lanzó la estrategia de venta por catálogo y ya cuenta con 1 500 vendedores en el país. La venta por catálogo representa el 30% de su facturación.

"En los productos para el hogar manda la moda desde hace siete años". Por eso, además de colecciones especiales, oferta edredones personalizados que permiten grabar la foto del cliente.

También, elabora sábanas (para hogar, hospitales, etc.), almohadas y otros.

Marcelo Aguirre, líder de un grupo de vendedores de venta directa de los catálogos de Textielites, compra unos 400 edredones mensuales y los distribuye a los vendedores. Comenta que lo más atractivo es que la empresa entrega el producto con un 30% de descuento.

El secreto de Textielites no está en el tema financiero sino en la relación familiar. "Almorzamos juntos con mis hermanos y los fines de semana nos reunimos siempre. Hacemos un buen equipo y así es muy fácil llevar la empresa".

La empresa en breve La producción.  Actualmente, la planta tiene una capacidad de producción de 700 edredones diarios.

Los clientes. Entre los compradores está Tía y otras cadenas. El 70% de los insumos de la fábrica son nacionales como plumón, empaques y otros.


LA INSIGNIA

María Guachamín, jefa de Taller de Textielites

Soy costurera de profesión, soy graduada en la materia y también aprendí aquí. He aprendido a hacer costos, no desperdiciar la tela, ver en qué puedo reutilizar los retazos. Yo trabajo ya 10 años en esta empresa.

Me gusta el compañerismo y las facilidades que nos dan para poder laborar. Me gusta mucho mi trabajo, lo que hago es cortar y distribuyo el trabajo para el resto de mis compañeras. Guío a las chicas en la elaboración de los productos.

Con los años he ganado experiencia y he podido tener cada vez más responsabilidades. Hoy apoyo incluso en la elaboración de los diseños de los productos. Pienso que la fortaleza de la empresa está en la variedad del producto.

Me gusta el compañerismo que hay en la empresa y las facilidades que nos dan para poder laborar.