Imagen: Archivo / Líderes

Algunas personas no logran el objetivo de la desconexión plena del trabajo. Imagen: Archivo / Líderes

Las vacaciones, ¿son apenas una simulación?

22 de agosto de 2016 10:20

Muchos trabajadores hacen coincidir sus vacaciones anuales con el receso escolar, como un tiempo para el descanso y disfrute familiar. Sin embargo, quizá algunas personas no lograron el objetivo de la desconexión plena del trabajo; tal vez continuaron con la oficina móvil, con la culpa de que dejarían de ser productivas por unos pocos días. 

No estuvieron completos ni en la empresa ni en el compartir familiar. Es decir, viviendo esa ambigüedad característica de la presente generación.

El sentimiento de culpa se vuelve un círculo vicioso en estas personas, pues saben que el sentido de totalidad, la capacidad para realmente estar en el presente, que constituyen paradigmas del éxito, son fáciles de sostener en el discurso, pero bastante complejos para integrarlos a la conducta cotidiana.

La mortificación de que las vacaciones pudieron ser mejores si realmente se hubieran entregado a la familia, si hubieran tenido el carácter para desenchufarse de su arsenal tecnológico, genera una culpa posvacacional.

También se habla del síndrome posvacacional, que se manifiesta con síntomas psicofísicos, como desidia, nostalgia, cansancio, pérdida del apetito, déficit de concentración.

Evidentemente, las empresas tienen que entender y asumir la transición de sus trabajadores. Lamentablemente, hay individuos que entran en pánico al pensar cuánto trabajo pendiente les espera. Esto se debe a la falta de una adecuada cadena de mando y una deficiente capacidad de delegación de tareas.

Pocas son las empresas que se preparan para la ausencia de la persona titular en determinadas tareas; de modo que el retorno del empleado sea expedito, de fácil readaptación.
Pero si se logró el objetivo del refrescamiento físico y emocional, si se consiguió silenciar la mente por unas horas, las posibilidades de abordar el trabajo con nuevos bríos, con ánimo triunfador, con una visión innovadora, están ahí presentes. Aun así, la recuperación del ritmo de manera gradual es muy importante.

La consigna de “ahora sí, con ganas” tiene que obedecer a una estrategia de retorno, que la empresa debe manejar con eficacia. Si todo quedó paralizado, entonces él mismo tendrá que sumergirse en las tareas y ponerse al día. Pero si se tomó la medida de un reemplazo, se le hará la entrega de lo gestionado y de lo pendiente para que el trabajador vuelva a tomar el control.

En suma, para el disfrute pleno de las vacaciones, la empresa debe comprometerse a ‘respaldar’ el ocio de sus empleados. La persona, en cambio, debe dejar sus tareas al día, sin pendientes que estropeen su descanso. Pero sobre todo, debe acordar consigo misma que se desenchufará de sus afanes cotidianos. Después de todo, la única manera de continuar es deteniéndose.

El arte del ocio es tan importante como el de trabajar. La fluctuación entre actividad y reposo; entre la consecución de la meta y el disfrute sereno de lo conquistado, dan a la vida un ritmo.

Las vacaciones deben ser una especie de zona franca emocional, deben servir para estimular el equilibrio entre lo humano y lo profesional. La recreación es legítima, tanto como el ejercicio de las destrezas y competencias profesionales.