Foto: Julio Estrella/ LÍDERES
Mónica Orozco. Redacción Quito / LÍDERES
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Ángel Chicaiza, un as en el mundo de las cortinas

Cuando cumplió 12 años desarmó el televisor de su casa para ver cómo funcionaba. Al cumplir 29 años y con la misma curiosidad de entonces, Ángel Chicaiza emprendió lo que hoy es American Cort, una empresa que nació con una inversión de USD 1 500 y que hoy factura USD 3 millones al año.

Este emprendedor, quiteño de 38 años, pertenece a la tercera generación de una familia dedicada a fabricar cortinas. Chicaiza tecnificó una actividad que su tío abuelo y su padre desarrollaron artesanalmente. Esto impulsó el crecimiento de American Cort.

De origen humilde, Chicaiza tuvo que dejar la universidad para ayudar a sostener económicamente a su familia.

Este joven emprendedor trabajó en múltiples oficios: ayudante en el taller de su padre, reparando computadores, importando ropa e incluso como conductor para Orphanage Support Services Organization (OSSO, Organización de Servicios de Apoyo para Orfanatos, en español), una fundación que trabajaba con niños huérfanos, de la cual llegó a ser su director por nueve años.

Chicaiza es un autodidacta. Ha realizado cursos sobre bases de datos, aplicaciones, servicio al cliente, entre otros. Recuerda también los años que trabajó para una empresa de turismo donde desarrolló un sistema para hacer reservas de viajes por Internet.

De sus días en el taller de su padre recuerda la "máquina de coser y los destornilladores de mano en una mesa gigante". Chicaiza los reemplazó todo esto por gigantescas bodegas, maquinaria industrial donde se cortan las telas y departamentos de diseño e innovación.

Cada trabajo, le dejó herramientas que le sirvieron para emprender su propio negocio. En la fundación, por ejemplo, aprendió liderazgo, logística, administración, manejo de personal, presupuestos, inglés… "Me decían que era buen profesional y de tanto repetirlo terminé por creer que era mejor de lo que yo mismo imaginaba. Al tener confianza en mí es cuando uno comienza a desarrollar la creatividad", dice.

Chicaiza tuvo que aprender inglés. "Lo escogimos como director porque es muy dedicado a su trabajo, aprende rápido y aprende también por su cuenta, siempre estaba preparándose en cursos, en talleres", recuerda el director internacional de la fundación OSSO, Rex Head.

Pero nunca se alejó del oficio que aprendió de su padre. Mientras trabajaba en la fundación, ahorró USD 100 mensuales durante poco más de un año y con ese capital fundó su empresa, que hoy factura USD 3 millones.

Para ayudar a su familia, importaba y vendía repuestos de persianas verticales: un modelo de cortinas que se popularizó en 1990.

Luego, empezó a fabricar cortinas en un improvisado taller, que adecuó en el garaje de su casa, en Bellavista al norte de Quito. Con la ayuda de su hermana Cristina Chicaiza, hizo los primeros contactos.

Por su nivel de ventas, Chicaiza fue el único escogido en América Latina para asistir a la Shanghái Expo R+T 2007, una feria donde se fascinó con la cortina romana semiautomática.

Se trata de un sistema que controla la elevación y el descenso de la cortina y que era poco conocido hasta aquella época en el mercado ecuatoriano.

Esta innovación le dio el impulso que necesitaba para su negocio. Desde entonces, su iniciativa creció como la espuma.

Ricardo Nieves cultivó la amistad de Ángel hace 15 años en varios viajes que realizaban para comprar telas y otros insumos en Guayaquil. "Empezó con los diseños tradicionales, pero él siempre quiso innovar, tenía siempre ideas prometedoras y hoy son una realidad".

En los largos trayectos, Ángel le hablaba de su sueño de tener una fábrica de cortinas. "Siempre estaba buscando innovaciones en el mercado, sistemas nuevos, modelos diferentes".

En el 2007 dejó el garaje y abrió un local en la avenida América.

Dos años después "No teníamos miedo, solo fe de que este sueño era posible".

Hugo Urdiales, que dirige las operaciones de Cortinas DC y Harmony, que hoy son sus principales distribuidoras en el país, describe a Ángel como un emprendedor nato.

"Le gusta investigar todos los temas que le interesan, aprende muchas cosas, le gusta leer, viajar y conocer nuevas culturas", corrobora su esposa, Jenny Torres.

Ella cree que su principal fortaleza es ser un motivador. "A los trabajadores siempre les da muchas oportunidades para que mejoren su trabajo", dice.

Con celular en mano, Chicaiza muestra la aplicación que hoy comercializa su empresa. La luz de su oficina se enciende automáticamente con solo dar un clic y él suelta una sonrisa.

Por medio de su teléfono celular también puede subir y bajar las cortinas. Da otro clic y puede observar en tiempo real el trabajo de sus empleados en la oficina y la fábrica. Todavía su rostro revela la curiosidad de un niño de 12 años.

2007.  Una feria en Shangái le sirvió de inspiración por su nivel de ventas, Chicaiza fue escogido para representar a América Latina en la Shanghái Expo R+T 2007, una feria donde compró insumos innovadores.

2012.  La Fundación Osso fue su universidad hasta el año pasado, laboró en OSSO una fundación donde aprendió administración, logística, manejo de personal y presupuesto. La experiencia le ayudó a fundar su propio emprendimiento.

La experiencia en el mundo de los negocios

En el 2005. Abrió un local de venta de repuestos de cortinas, que más tarde se convirtió en lo que hoy es American Cort.

En el 2007. El pequeño garaje con el que empezó se convirtió en una fábrica que hoy tiene 59 empleados.