kas Hardouvelis, asesor económico de Lukás Papademos, primer ministro del gobierno transitorio de coalición nacional, dictaminó que prácticamente la totalidad de las reformas gubernamentales encaminadas a paliar la crisis de Grecia habían fracasado. La privatización de empresas estatales, que supuestamente aportarían 50 billones de euros al fisco heleno para el 2015, solo generó 1,6 billones. Ninguno de los proyectos de construcción de obras públicas propuestos por la Comisión Europea para reactivar la economía griega se convirtió en realidad.

La única luz tiene que ver con la reducción del déficit presupuestal del 7%, resultante del incremento del IVA del 19 al 23% y la baja de sueldos gubernamentales del 30% y del 15% de las pensiones. De provechoso podría calificarse el recorte de deuda del 75%, aprobado a regañadientes por el 95% de los acreedores privados.

La compleja situación económica y social solo es superada por un escenario político caldeado e inestable que impide la gobernabilidad. Los partidos radicales han capturado el 42% del espectro político griego, cuya inacción impidió la constitución de un gobierno de coalición y forzó a un nuevo llamado a elecciones para el 17 de junio.

Es previsible que estos movimientos radicales amplíen su influencia en el espectro político y propicien el abandono del euro.