El equipo de Puruháes Discobar viste el atuendo originario Puruhá.  El negocio se encuentra en Riobamba. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

El equipo de Puruháes Discobar viste el atuendo originario Puruhá. El negocio se encuentra en Riobamba. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

Puruhaes Discobar ofertan diversión al sector indígena

31 de mayo de 2018 09:19

Un sitio para que los jóvenes de diferentes nacionalidades indígenas se diviertan y se sientan identificados es Puruhaes Discobar. En esa discoteca se organizan cada semana shows en vivo protagonizados por artistas locales. Además, se programa música nacional y otros géneros de moda en las comunidades de Chimborazo.

El establecimiento está ubicado al noreste de Riobamba, en la vía a Tierra Nueva. Cuando llega el fin de semana, centenares de jóvenes que lucen sus atuendos originarios hacen cola para ingresar.

“Siempre traemos los artistas que más les gustan a los jóvenes, los que son un hit en las redes sociales”, cuenta Efraín Mullo, propietario del establecimiento.

Esta semana, por ejemplo, se presentarán Marquitos Pullay, Sara Ñusta y Milú, tres músicos chimboracenses con miles de seguidores en sus redes sociales. Otros músicos como Nelly Jeaneth, Édison Pingos y Proyecto Coraza, también se presentan frecuentemente en la discoteca.

El emprendimiento surgió, precisamente, para dar espacio a los artistas indígenas de la provincia. Ahora, el establecimiento es una de las principales vitrinas para difundir la música nacional.

“En Riobamba no hay discotecas que nos admitan vistiendo nuestros trajes originarios, porque se reservan el derecho de admisión. Los jóvenes que deseaban bailar o acudir a un show tenían que vestirse como mestizos para ingresar y eso es un atropello a nuestra cultura”, cuenta Iván Tenesaca, director de marketing.

La discriminación en los sitios de diversión nocturna y la falta de shows pensados para el gusto del público indígena, fueron otras razones que animaron a Mullo a invertir unos USD 15 000 en la adecuación del lugar.

Él adquirió la infraestructura de dos plantas. También decoró el sitio con el logotipo de la empresa que lleva una chumbi con bordados en tonos neón (faja indígena).

La mayor inversión se hace en la contratación de artistas para los shows. “Aquí le damos espacio a todos . La idea es promocionarlos e incentivarlos a seguir produciendo música”, cuenta Mullo.

La discoteca está abierta todas las semanas, desde el jueves a las 19:00. Pero los sábados son días dedicados a los conciertos y trabajan hasta las 02:00.

Cuatro chicas trabajan en el bar y boletería. Ellas visten sus atuendos originarios y su trabajo adicional es hacer que los visitantes se sientan identificados y cómodos en el establecimiento.

“En otros sitios, cuando caminamos con nuestra ropa, la gente siempre nos mira y señala.
Queremos romper esos estigmas”, dice Jhoanna Morocho, quien es una de las empleadas del sitio.

El emprendimiento se inició en noviembre del 2017. El primer desafío para la administración fue posicionar la marca y difundir el nuevo concepto de diversión con enfoque intercultural entre el público objetivo.

En un inicio llegaban unas 200 personas los jueves y viernes, mientras que el sábado la afluencia se incrementaba ligeramente. Hoy unas 600 personas acuden entre semana y casi todos los sábados hay llenos totales. Llegan hasta 500 clientes.

“Lo que me gusta de este sitio es que es bastante seguro y podemos sentirnos a gusto, porque disfrutamos la música y podemos vestir con orgullo nuestra ropa”, cuenta Fidel Guamán, un cliente.

La discoteca está ubicada cerca a la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, donde se educa una gran cantidad de migrantes indígenas de varias provincias. Ellos son parte de la clientela asidua del emprendimiento.

La presencia de chicos de otras provincias también motivó a los organizadores a contactar a otros artistas que ya tienen fama en el país. Músicos de Imbabura, Bolívar, Cotopaxi y otras zonas también ofrecen conciertos.

“Las presentaciones, usualmente, son frecuentes en las fiestas de pueblos y comunidades. Es importante contar con un espacio que difunde nuestra música permanentemente”, dice Tenesaca.