Jeffry Illingworth (izquierda) conversó con Pedro Villamar, durante la entrega de los premios Ei, el pasado 22 de noviembre, en Quito. Foto: cortesía AEI

Jeffry Illingworth (izquierda) conversó con Pedro Villamar, durante la entrega de los premios Ei, el pasado 22 de noviembre, en Quito. Foto: cortesía AEI

Pedro Villamar: ‘Me encanta enfrentar los problemas’

7 de diciembre de 2016 15:43

Pedro Villamar fue durante 25 años el CEO de la Corporación GPF, firma que maneja las cadenas Fybeca, Sana Sana, Oki Doki, así como Provefarma y Abefarm. Pertenece a la tercera generación de una familia que cambió el negocio de las farmacias y los autoservicios en el país. El pasado 22 de noviembre, en la entrega de los premios Ei, de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación, contó, con su estilo, parte de su vida profesional y personal.

Yoda y la ingeniería
“Siempre me he identificado con lo que hace Yoda, el maestro jedi. Trato de descubrirme y sacar lo mejor de mí y de mi equipo. Busco incesantemente hacer cosas distintas, me llena de energía hackearme o disrumpirme. A los 17 años no sabía qué estudiar, fui abanderado y me dijeron que podía estudiar cualquier cosa y eso realmente lo confunde a uno. Entonces viajé a Chicago; un día visité Sears Tower y me acosté en la vereda mientras la gente me veía de forma extraña. Yo miré hacia arriba y dije ¡wow, esto es creación, es algo hecho por el ser humano! Me dije: yo quiero crear y decidí estudiar ingeniería civil”.

Su tarea como padre
“Para la graduación de mi hija, ella me pidió que sea el maestro de ceremonias. Yo quería demostrar la intensidad que vive un joven en su último año del colegio; horas antes de la ceremonia fui a la peluquería y pedí que me paren el cabello y que lo pinten de colores. Al verme así y al escuchar mi discurso, otros padres de familia me dijeron que sintieron lo mismo respecto a la intensidad del sexto año. Tiempo después, cuando mi hija se casó me pidió que cante. No tenía ni ritmo ni tono, pero insistí y durante tres meses estuve cantando hasta cinco horas diarias; en la boda interpreté ‘Y cómo es él’, de José Luis Perales. Así confirmé que saliendo de la zona de confort uno puede encontrar algo que no sabe qué lleva adentro”.

El equipo
“El equipo humano de GPF es de personas inspiradas por hacer las cosas distintas, inspiradas para cambiar. Ver su potencial, su pasión para transformarse es lo más importante. Siempre les decía que tenemos que ser líderes no solo del Ecuador, sino de la región y el mundo. Tenemos que inspirar a los equipos para sacar lo mejor de cada integrante”.

Bugs Bunny
“Yo siempre tuve tirria a los zapatos y andaba con medias en la oficina hasta que alguien me dijo que use pantuflas y me regaló unas de Bugs Bunny. Me las ponía todos los días. Eso es parte de ‘hackearse’ y de paso me ayudaba en las negociaciones. En reuniones yo recibía a otros ejecutivos con pantuflas y ya empezaba ganando una negociación. Cuando yo les visitaba iba en zapatos. Con el tiempo las pantuflas se convirtieron en una suerte de símbolo”.

Ideas de altura
“No soy andinista, pero he hecho locuras en las montañas. Subía al Ilaló y planificaba reuniones e ideas, me decía: debo tener ideas de altura. Recuerdo que un día vino un gerente nuevo de Guayaquil y yo pensaba como disrumpirle para que se involucre en la cultura de no tener fronteras: lo llevé al Cotopaxi. Llegamos al primer refugio y casi se muere por el frío. Pero yo insistía en tener ideas de altura. La cultura que quise dejar es de estas historias. El mundo está hecho de historias, los números no dicen mucho, por eso debemos construir historias en cada momento”.

Siempre prefirió lo difícil

“Cuando entré a la compañía, esta tenía 12 farmacias Fybeca y 300 empleados. Tenía problemas con los sindicatos y por eso formé un equipo ganador. Me retiré en enero del 2013, con 600 locales, 3 unidades de negocio y 5 000 familias que trabajan con nosotros. Si algo era difícil les decía a mis ejecutivos ¡buenazo, hagamos eso, porque eso es diferenciación! Lo difícil es simplemente algo que toma más tiempo. Para mí la clave es saber colocar a las personas en el sitio en donde puedan ser exitosas. Si hacemos eso, estamos del otro lado. Muchas veces la innovación tiene su tiempo. Eso nos pasó con el concepto de autoservicios y por eso dije que innovemos. Me encantaba tener un problema en los locales para innovar”.

La transformación
“Hace tres años y medio decidí salir de la Corporación, tenía 53 años. Sentía que no estaba divirtiéndome tanto. Me di cuenta que estaba agotado y no generaba valor, era un compañía tan grande y creía que había personas que lo podían hacer mejor. Decidí transformarme. Trabajé en el desarrollo de una aplicación y fracasé. Si no hemos fracasado no hemos hecho nada y para reinventarse hay que fracasar. Ahora estoy en Silicon Valley emprendiendo. Hay que seguir luchando y no conformarse, ir más allá. Solo pensando así seremos un mejor país”.