
A los 22 años, Carlos Espinoza Cuical recorría Quito en moto repartiendo baldes de pintura que ofrecía a través de Facebook Marketplace. Seis años después, a sus 28, es fundador y gerente de Industrias Olympo, una marca ecuatoriana de pinturas e impermeabilizantes premium que factura alrededor de USD 800.000 al año, proyecta llegar al millón y opera con tres sucursales y una planta en expansión.
Su historia resume una fórmula poco glamorosa, pero efectiva: disciplina diaria, reinversión constante y una apuesta radical por la calidad y la diferenciación.
Del Marketplace a la primera sucursal
La oportunidad apareció cuando el mundo se detenía. Durante la pandemia, mientras muchos negocios cerraban, las personas empezaron a invertir más en pintar y remodelar sus casas. Carlos vio ese cambio de comportamiento y reaccionó rápido: publicó en Marketplace, atendió él mismo a los clientes, cargó los baldes en su moto y entregó puerta a puerta, todos los días de la semana.
Con el aumento de pedidos decidió dar el primer gran paso: abrir una sucursal física en el redondel de la Atahualpa, en Quito, que hoy es la matriz de la empresa. Empezó casi sin inventario, con pocas materias primas y sin capital de sobra, pero con una idea fija: construir algo propio, más grande que un simple rol de distribuidor.
Cada dólar que entraba se reinvertía en stock, equipo y estructura. Esa disciplina de seis años de reinversión constante es una de las claves del crecimiento de Olympo.
La decisión de fabricar y no depender de otros
Cuando el negocio alcanzó cierta estabilidad, Carlos tomó una decisión que marcó un antes y un después: dejar de vender solo marcas ajenas y lanzar su propia línea de pinturas e impermeabilizantes. Para hacerlo, abrió su primera planta de producción en Carcelén Industrial y empezó a trabajar con ingenieros químicos, uno mexicano y uno ecuatoriano, para desarrollar formulaciones propias.
Desde el inicio tuvo clara su estrategia: no competir únicamente por precio ni ser “una marca más del mercado”. Su objetivo fue posicionarse como marca premium, con productos distintos, de mayor desempeño y una imagen cuidada. Mientras muchos locales del sector seguían un modelo básico, Olympo apostó por espacios elegantes, ordenados y experiencia pensada al detalle para transmitir confianza y valor.
Innovación de producto: calidad como escudo competitivo
La filosofía de Carlos es simple pero contundente: si vende lo mismo que todos, compite con todos; si crea algo que nadie tiene, juega en otra liga. De ahí nacen desarrollos como el asfalto en frío para viviendas, un producto que se aplica como pintura y no requiere maquinaria especial, exclusivo de Industrias Olympo.
También destacan impermeabilizantes formulados con brea de asfalto, polímeros de llanta y fibras, además de pinturas que no solo pintan, sino que también impermeabilizan y protegen las superficies.
Estas soluciones permiten ofrecer al cliente productos más duraderos y, a la larga, más económicos, reforzando la promesa de valor de la marca: mayor desempeño por cada dólar invertido.
Modelo de negocio: margen sano, reinversión y comisiones
La empresa se ha construido con una lógica empresarial clara. Olympo maneja aproximadamente un 120 % de margen de ganancia por unidad, lo que le permite mantener un ritmo alto de reinversión en calidad, maquinaria, imagen y expansión. En lo que va del año registra cerca de 8.000 unidades vendidas y proyecta llegar a 13.000, con un volumen de ventas estimado de USD 1 millón.
Cuenta con tres puntos de venta en Quito: la matriz en el redondel de la Atahualpa, una sucursal en Huamaní, cerca del terminal, y otra en Carcelén Industrial, donde también se ubica la planta. Los administradores son contratados bajo un esquema de comisión sobre ventas, de modo que sus ingresos están directamente ligados al desempeño del negocio, alineando incentivos y resultados.
Marketing digital y experiencia en tienda
El segundo gasto más fuerte de Industrias Olympo es el marketing en redes sociales. La empresa invierte de manera sostenida en publicidad digital, especialmente en Facebook, para posicionar la marca en todo el país. Además, la historia personal de Carlos ha sido un activo clave: con el impulso y apoyo estratégico de su pareja, su contenido se volvió viral en TikTok, logrando que millones de personas conozcan tanto el producto como al emprendedor detrás de la marca.
La experiencia en tienda también ha sido diseñada como herramienta de diferenciación. Los locales utilizan iluminación cálida para que el cliente se sienta cómodo, no apurado; se ofrece café mientras se prepara el pedido y se dispone de una máquina dosificadora automática con más de 5.000 colores, que permite entregar el tono exacto en cuestión de minutos.
La empresa mantiene stock suficiente para atender proyectos grandes sin tiempos de espera y, además, regala muestras para que los clientes prueben el producto antes de comprar. La lógica es clara: primero generar confianza, luego vender.
Equipo, familia y liderazgo
Pese a su juventud, Carlos ha apostado por rodearse de experiencia. Contrata colaboradores con al menos cinco años de trayectoria en el sector y trabaja con un administrador general con más de doce años de experiencia.
Él se concentra en la dirección, la innovación y la publicidad, mientras delega la operación diaria a tres administradores en quienes deposita plena confianza. La palabra que repite cuando habla de su equipo es “lealtad”: cuida a su gente, escucha su criterio y espera el mismo compromiso de vuelta.
Su historia también está marcada por el soporte emocional y práctico de su entorno familiar. De su abuelo y su madre heredó la ética del trabajo y la resiliencia; de su pareja, el impulso para arriesgarse frente a decisiones grandes. Para él, saber que, si cae, su familia estará ahí para ayudar a levantarlo, ha sido clave para atreverse a tomar decisiones valientes.
“Calidad e innovación”: una frase, una marca
Hoy, a los 28 años, Carlos dirige un negocio que nació en pandemia sobre una moto y que se proyecta a consolidarse como referente en el mercado ecuatoriano de pinturas e impermeabilizantes.
A los jóvenes emprendedores que dudan, les deja un mensaje directo: hay que arriesgarse, aceptar los errores, soportar momentos duros e incluso estar cerca de la quiebra para después transformarse y volverse más fuerte. Y si tiene que resumir todo lo que representa su empresa en una sola frase, no titubea:
“Industrias Olympo siempre va a ser calidad e innovación”.
